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lunes, 15 de junio de 2009

Bueno, me largo Hape Kerkeling

Hay cosas que necesitas tomártelas con tiempo para poder digerirlas bien (y no necesariamente porque sean dificiles o duras de digerir), y esto es lo que me ha pasado con Bueno, me largo mientras lo estaba leyendo. Sabía que me iba a recordar muchas cosas de mis días de peregrina y, precisamente por eso, me lo quise tomar con calma. Posiblemente haya tardado más en leer este libro que cualquier otro, pero también es verdad que no tenía esa necesidad de conocer el desenlace puesto que conocía el final sin necesidad de leerlo debido a que todo el que hace el Camino termina con la misma sensación. Si has hecho el Camino entenderás perfectamente a qué me refiero con lo que estoy diciendo en este post. Si no lo has hecho seguramente no lo verás tan fácilmente.

Lo que significa hacer el Camino de Santiago es algo dificil de explicar, sobre todo si te ha enganchado. Cuando acabas el día tienes cientos de nuevas experiencias, sensaciones y motivaciones. Por lo menos es lo que me pasa a mí cuando finaliza un día y, muchas veces, si me preguntaran por algo muy concreto que me ha ocurrido mientras caminaba no sabría expresarlo con palabras. Ni siquiera con imágenes sería capaz de hacerlo.

Leyendo el libro he recordado muchas de esas sensaciones y muchas de esas motivaciones, pero no me he visto reflejada en lo todo lo que cuenta ya que no comparto la visión que Hape tiene del Camino. No digo que la mía sea la correcta o mejor que la suya. Simplemente digo que es diferente. Para mi es impensable coger un autobús y adelantar varias etapas, por ejemplo. El autor del libro, sin embargo, no tiene ningún problema en hacer ese tipo de "trampas", igual que tampoco tiene reparos en rechazar los albergues de manera tan rotunda. Domir en el Camino no es cómodo ni mucho menos, pero tampoco es tan horrible como lo pinta Hape. De hecho para mí los albergues son una parte importantisima de cada una de las etapas. En ellos -igual que durante las etapas- te encuentras con mucha gente de todo tipo. Puedes entablar conversación con otros peregirnos que te cuentan sus historias e incluso llegar a hacer amistades como le pasa a Hape en su peregrinación.

La verdad es que podría tirarme días escribiendo sobre el Camino de Santiago y sobre lo que significa para mí, pero prefiero dejarlo antes de entrar en una espiral de comentarios de la que me va a costar un triunfo salir.

El libro, como ya he comentado varias veces desde el comienzo del post, trata del Camino de Santiago o, mejor dicho, de un personaje muy conocido en Alemania que se decide a hacer el Camino de Santiago un verano. Durante su viaje descubre muchos aspectos de su vida que desconocía y se encuentra con otros que pensaba que había perdido. Refleja muy bien la angustia que siente en ciertas ocasiones a causa del tiempo, del mal estado del Camino en algunas etapas o tener que continuar andando a pesar de que los pies parecen que no quieren acompañarlos ni un paso más. También me siento identificada cuando describe la alegría y el júbilo que siente al reencontrarse con peregrinos que había perdido hacía tiempo de vista, cuando encuentra un sitio en el que poder pasar la noche cuando pensaba que tendría que dormir al raso o cuando se mete en una ducha después de haber andado todo el día.

Casi para terminar diré que si en algo coincido al 100% con Hape Kerkeling es que es un viaje en el que hay que embarcarse solo. Yo hasta el momento no lo he hecho así. Es posible que no me sienta preparada aún para hacerlo, pero espero decidirme en un futuro y tomar la determinación de coger sola la mochila. Estoy segura de que será como volver a hacer algo completamente nuevo a pesar de haberlo hecho ya antes. Como cuando visitas un lugar a las 8:00 de la mañana de un domingo y vuelves meses después un viernes a las 22:00 de la noche. Posiblemente no te parecerá el mismo lugar.

Cada expresión mía conlleva una impresión para los otros, y ésta produce en ellos una nueva impresión que, a su vez, es impresionante para mí. Quien se expresa continuamente vive en una impresión permanente. Así surgen las reyertas conyugales y las guerras mundiales. En el silencio no reina ninguna impresión. Cuando no pienso en nada, no expreso nada, pero sigo ahí de todos modos. Y a lo largo del camino me encuentro una y otra vez con una cosa:
Conmigo. De ahora en adelante tendré más cuidado con lo que exprese.

Por último y como despedida del post, me quedo con una frase escrita en la contraportada del libro:

Este viaje es duro y maravilloso. Es un desafío y una invitación. Te deja acabado y vacío. Y te rehace. Te quita toda la fuerza y te la devuelve triplicada.