¿No encuentras algo? Búscalo aquí

jueves, 19 de noviembre de 2009

La Mecánica del Corazón Mathias Malzieu

Como ya debeis saber a estas alturas de vez en cuando me gusta pasearme por las librerías en busca de nuevas cosas que leer. El otro día, en veinte minutos que teníamos después de comer, nos acercamos mi compañero de trabajo y yo a una librería que hay cerca del trabajo para buscar un regalo. Al momento de entrar, y mientras buscábamos en las novedades, me topé con este libro. Lo cogí y le di la vuelta después de mirar el dibujo de la portada durante unos segundos. Imagina la noche más fría de la historia. La nieve cae sobre la ciudad de Edimburgo. Edimburgo... No me hizo falta leer más para saber que mas temprano que tarde terminaría comprando el libro. Hace unos años pasé un verano en esta ciudad escocesa y no pude evitar enamorarme de ella. Ahora todo lo que me cuentan que está relacionado con Edimburgo me llama la atención y, porqué no decirlo, también hace que cualquier cosa me resulte mucho más atractiva. Así pues, todo lo que sabía del libro (que no era mucho) me gustaba y esa misma tarde salí a comprarlo. He tardado cuatro días en leerlo (el tamaño del libro facilita su rápida lectura) pero lo he hecho con tanta intensidad y metiéndome tanto en la historia que tengo la sensación de haber estado dentro de ella durante semanas o meses.

En mi opinión es un libro especial, pero no sabría decir bien porqué. De hecho no sé muy bien cómo empezar a hablar de él porque a pesar de ser especial también es un libro extraño. He leido comentarios que dicen de él que es un cuento para adultos y creo que es la mejor manera de describirlo. Sí, creo que me quedaré con esa descripción. Un cuento para adultos. También lo han comparado varias veces con Tim Burton pero no puedo decir nada al respecto porque nunca he visto ninguna de sus películas.

La historia es la de siempre pero con una fórmula distinta: un chico se enamora de una chica y quiere conquistarla. Hasta ahí podría ser cualquier otra historia de amor, pero se complica cuando a él le aconsejan que domine sus emociones, ya sean de amor o de cólera, para no perjudicar a su corazón, enfermo desde el mismo día que nació.

En esta historia la expresión "dolor de corazón" cobra su sentido más literal.

Jack es un niño que nace en Edimburgo (Oh... ¡Edimburgo!) la noche más fría de la historia, lo cual provoca que nazca con el corazón helado. El único remedio que encuentra la doctora Madeleine para salvarle la vida es conectarle un reloj de cuco en el corazón para que lata por él, sin darse cuenta en ese momento de que ese hecho marcará su vida para siempre. A partir de ese día tendrá que vivir pendiente de dar cuerda a su corazón para que no deje de latir. Al ser rechazado por su propia madre primero y por un montón de padres adoptivos después, Madeleine termina por acogerle y cuidarle como a un hijo. Por otro lado, Miss Acacia es una bailarina granaína miope que pasa parte de su infancia en Edimburgo. El día del décimo cumpleaños de Jack se encuentran en la calle mientras ella canta y baila y él queda tan prendado que ya no puede dejar de pensar en ella. No le importa que su corazón se desboque o que le duela como le dolió el día que la vio. Tiene que volver a verla. Sabe que será soportable y que, además, merecerá la pena. El problema es que cuando consigue seguir su rastro ya han pasado varios años y ella ha vuelto a Granada...

Es un libro que habla del amor en general y no únicamente del amor romántico que una persona pueda sentir por otra, sino que describe el amor que se siente por un padre o una madre a pesar de que no compartan el mismo ADN, el amor que se siente por unos amigos que te apoyan y te aconsejan en todo momento o el amor que se siente por la gente que se ha dejado atrás y que nunca te abandona a pesar de que están a miles de kilómetros.

La mecánica del corazón es sin duda uno de esos libros que recomiendo aunque quizas lo haga con un poco de miedo puesto que creo que para cada persona significará una cosa distinta. Para unos el amor de Jack por la pequeña cantante no merecerá tanto la pena, para otros será el pilar fundamental de la novela, otros pensarán que lo mejor es olvidarse de ella y buscarse otra chica y otros que tiene que salir corriendo a Granada a buscarla y decirle cuánto la quiere.

Le explico que este reloj me sirve de corazón desde el día de mi nacimiento. No menciono el hecho de que el amor -al igual que la cólera- me han sido vivamente desaconsejados por incompatibilidad orgánica. Ella me pregunta si mis sentimientos podrían variar en caso de sustitución del reloj, o si simplemente se trata de un procedimiento mecánico. Una extraña malicia ilumina su voz, todo eso parece divertirla demasiado. Yo le respondo que la mecánica del corazón no puede funcionar sin emociones, sin aventurarme más allá, de todos modos, en este terreno pantanoso.

No voy a escribir más para no desvelar nada del cuento pero me quedo con ganas de reproducir la conversación que se mantiene poco después de este fragmento. Para mí una de las mejores.

domingo, 15 de noviembre de 2009

El informe San Marcos Fermín Bocos

- Te va a gustar. Ya lo verás.

- Tiene buena pinta, la verdad.

- ¿Cómo te llamas?

- Fani.

- ¿Cómo lo escribes? ¿Fani como suena?

Afirmo con la cabeza y le digo:

- Con una ene y con i latina.

- No, si más que nada lo pregunto porque cada uno escribe su nombre como quiere ¡que para algo es nuestro nombre! y hay gente que se empeña en escribirlo siempre mal.

- Ya, me pasa a menudo.

- Pues ya verás Fani, hay una periodista en el libro con la que te vas a sentir identificada. Te va a gustar.

- Gracias.

- Gracias. Adiós.

- Hasta luego.

Esta fue la conversación que mantuve en la feria del libro de este año con Fermín Bocos, el autor del Informe San Marcos mientras me firmaba el libro. Lo vi de casualidad y he de reconocer que el libro me llamó la atención por lo poco que pude leer en la sinopsis. De hecho recuerdo que lo había visto poco antes en una librería y me había apetecido comprarlo, así que cuando vi al autor firmando libros en la feria me dije: "¿Por qué no?"

En el mes de julio hice un intento de leerlo y decidí dejarlo para más adelante porque no me terminaba de enganchar. Quería un libro que fuera de poco pensar, que se leyera rápido y que me entretuviera. Al final saqué uno bastante regulero de la biblioteca y me olvidé de todos los que tenía en casa hasta después del verano.

Hace unos días cogí de nuevo el libro pensando que no me pasaría lo mismo que en verano cuando intenté su lectura pero me equivoqué del todo. El principio del libro se me hizo bastante pesado y temí que se me hiciera interminable así que para darme ánimos decidí buscar comentarios en internet. Es una tontería pero ver que un libro ha gustado a mucha gente me predispone a pensar que también a mí, tarde o temprano, me gustará. Sin embargo me encontré con un handicap tremendo cuando la opinión de la gente era básicamente la misma: un libro muy malo. Gracias a esto me he dado cuenta de otra cosa, y es que al pensar que el libro es de lo peor al final no me ha resultado tan terrible. Al principio es un libro que no me ha llamado mucho la atención, pero al final ha llegado a intrigarme con la historia que cuenta y me ha hecho preguntarme varias veces cómo quedaría el caso al final.

En el Informe San Marcos se mezclan varios personajes y distintas historias. Cada una de estas historias se desarrolla en un país distinto y poco a poco empieza a verse cómo unas están relacionadas con otras. Un día de septiembre se intenta un robo en la basílica de San Marcos por parte de un desconocido. El comisario Sforza y el inspector Benzoni se encargarán no sólo de investigar el intento de robo en la basilica, sino que tratarán de aclarar un asesinato que parece estar relacionado con el robo, así como el robo por parte de un hacker de cierta información secreta que estaba en los archivos policiales.

Digamos que este podría ser un resumen muy resumido del libro, pero al no estar demasiado puesta en el tema principal del libro (que es la independencia de Macedonia) prefiero dejarlo así y no meter la pata hablando de más.

En el libro se hace referencia muchas veces a la serie CSI puesto que hay distintas muestras y huellas que hay que analizar, y también a la prensa y a lo carroñeros que pueden llegar a ser algunos periodistas. Sinceramente odio el tipo de prensa que habla de un tema en concreto sólo por conseguir audiencia y que en realidad no sabe ni de lo que habla ni si la información que están dando es cierta o no. Sólo quieren dar la noticia. En este aspecto no podría estar más de acuerdo con el autor del libro.

Por cierto que cuando llegué al capítulo donde aparecía la periodista presté especial atención para tratar de encontrar las similitudes entre ella y yo y no encontré ninguna. Tampoco es de extrañar puesto que Fermín Bocos no me conoce en absoluto. Quizás quiso hacerme un cumplido porque la describe como a una mujer interesante. No sé. El caso es que tenía curiosidad por saber si había acertado o no.

- Mire Tiziana, no tengo por costumbre hablar con periodistas, así que si quiere usted algo relacionado con la Questura, lo que debe hacer es ponerse en contacto con el Gabinete de prensa. Allí le facilitarán la información que necesite.

- Comisario, estoy en Venecia, he venido con mi equipo de realización porque el jueves vamos a hacer el programa en directo desde la plaza de San Marcos. Creo que para los venecianos es bueno que toda Italia sepa cómo van las cosas por aquí, ¿no cree?

- ¿Y qué tengo yo que ver con eso? No trabajo ni en la oficina de turismo ni el Ayuntamiento.

- Lo sé, comisario, lo sé. Sé que es usted policía y que, además, está siempre muy ocupado como todos los que van de duros por la vida -dijo la periodista con tono provocador.

- Oiga, mire, efectivamente, estoy muy ocupado, así que me va a disculpar -atajó el comisario torciendo la boca y dispuesto ya a cortar la comunicación.

- ¡No cuelgue, comisario! Retiro lo último que he dicho, pero, por favor, ¡escúcheme!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Lo mejor de la vida Rona Jaffe

¿Por dónde iba a empezar el asalto de una fortaleza como Nueva York? Ni siquiera quería hacerlo. Sólo quería quedarse allí hasta que ella misma formase parte de la ciudad, ser una de esas mujeres bien arregladas y mejor acompañadas, y era consciente solo a medias de que eso también era una fantasía. Sólo tenía que subir los tres pisos que llevaban a su sombría habitación para saber hasta qué punto lo era. Pero a pesar de los pesares era feliz, y cada momento de su recién estrenada vida le deparaba algo nuevo y emocionante.

No sé muy bien porqué he escogido este fragmento de la novela, pero lo cierto es que me llamó la atención cuando lo leí en el libro. Quizás porque yo de pequeña también quería asaltar NY, ser parte de esa ciudad enorme donde pudiera hacer un montón de cosas guays igual que las protagonistas de Lo mejor de la vida. No lo sé. El caso es que tanto en este párrafo como en muchas otras partes de la novela me he sentido identificada con cada uno de los personajes. ¡Y eso que cada una de la chicas protagonistas tienen problemas y vivencias diferentes entre sí!

La verdad es que por un lado las envidio por la mentalidad de amas de casa que tienen. Trabajan hasta que encuentran un hombre que las quiere, que prometen cuidar de ellas y mantenerlas o, como mucho, hasta que se quedan embarazadas de su primer hijo. Después su vida se limita a la casa y sus labores. Pero por otro lado luego pienso que no sería capaz de hacer algo así. Y no por nada, porque realmente no me importaría, pero cada cual tiene que asumir sus limitaciones, y yo definitivamente sé que como ama de casa dejo mucho que desear. Creo que prefiero seguir trabajando.

Estamos en Nueva York en el año 1952. Cuatro chicas jóvenes buscan más que un trabajo o un amor. Buscan una vida. Una vida que puedan decir que es suya y que la han construido con sus propias manos. La primera en aparecer es Caroline Bender. Una chica que acaba de ser abandonada por su prometido porque éste ha decidido casarse con otra chica que ha conocido en un viaje a Europa. Para tratar de olvidarle decide buscarse un empleo como secretaria. Allí conoce a April Morrison y a Gregg Adams. La primera busca desesperadamente un hombre que la quiera y que la convierta en su esposa para dejar de trabajar y que, aunque se equivoca en algunas cosas, (a todos nos cuesta ver ciertas cosas cuando nos ocurren a nosotros mismos y más si hay sentimientos por medio) también creo que acierta en muchas otras con las decisiones que va tomando. La segunda, Gregg Adams, deja enseguida la oficina donde trabajaba junto con los otros dos personajes anteriores para actuar en obras de teatro. Se mantiene su historia en la novela porque es la compañera de piso de Caroline porque lo cierto es que todos los personajes están ligados unos a otros de alguna manera. La última de las protagonistas es Barbara Lemont, una madre divorciada a los 20 años, trabajadora de la misma empresa y vecina de April.

Tengo la sensación de haber tardado demasiado en leer el libro pero también de haber aprovechado y disfrutado cada una de sus páginas. Conversaciones íntimas entre dos amigas hasta las tantas de la madrugada. Juegos de manos y miradas entre el chico que te ha gustado en una fiesta y tú. Pensamientos dedicados a la persona amada, y a la vez perdida, mientras hablas con alguien cuya conversación no te entretiene. Viajes inesperados. Ascensos en el trabajo. Llamadas de teléfono a última hora. Sí, definitivamente son cosas a las que bien merece dedicarles un tiempo.

Mientras leía el libro me imaginaba que podría salir una película bastante decente con este argumento y ahora que ya lo he terminado y he buscado cosas sobre el libro en Internet, me he enterado de que la película se rodó en 1959 y que al igual que el libro, que se publicó en 1958 (¡y yo lo compré pensando que era una novedad!) fueron grandes éxitos sobre todo entre el público femenino.

Para no desvelar nada concreto sobre las historias personales de las protagonistas pondré un fragmento completamente neutro quizás demasiado parecido al que da comienzo a la entrada, pero que también llamó mi tención.

Las vemos en el autobús por las mañanas: mujeres que leen el periódico, mujeres con novelas sacadas en préstamos de la biblioteca y mujeres que tienen la mirada perdida. Si no llueve y el autobús va abarrotado de gente que se apretuja y empuja en el pasillo, les vemos la cara. Cada una de ellas es un máscara de autocontención, aderezada con cosméticos, que mantiene recluidos sus pensamientos íntimos en un vehículo público.