
La vida, a veces, nos trae un reportaje en la tele, una voz que sale de la pantalla que tiene algo que nos deja pegados a ella cada vez que la oímos. Es la historia, seguro; la voz, también; la narración, sin duda. Pero sobre todo es la mezcla de las tres cosas la que nos hace mantener la atención a lo que oímos y a lo que vemos.
Así conocí yo a Carlos del Amor. Primero fue un día, después otro y luego otro, hasta que una noche me encontré mandando callar a todo el mundo en la cena: "Chisss, que este chico me gusta mucho como hace los reportajes" Ni siquiera sabía su nombre. No le veía a diario, pero me gustaba ver sus reportajes cuando me encontraba con ellos.
Me marché a Chile y en un año y medio no volví a oírle. No le eché de menos pero cuando estuve de vuelta y le escuché de nuevo, -ya sabéis, un día de casualidad-, recordé cuánto me gustaban sus reportajes y los busqué por internet. Lo más rápido fue Twitter. Y fue precisamente ahí, en su cuenta de Twitter, donde me enteré de que había sacado un libro. La vida a veces se llamaba. Y pensé que era un título perfecto para un libro suyo. Se parecía demasiado a algún comienzo -o final- de sus reportajes y eso me hizo querer leerlo de inmediato.
Finalmente no fue inmediato porque quise esperar a que saliera en bolsillo pero en cuanto salió fui directamente a por él. Lo he ido saboreando poco a poco y os puedo avanzar que el libro no sólo me ha gustado, sino que me ha emocionado como hacía tiempo que no me emocionaba un libro.
Lo he disfrutado muchísimo.
La vida a veces nos da la oportunidad de conocer historias que, a priori, no deberían haber llegado hasta nosotros, bien porque no fueron portada en su día o bien porque ni siquiera aparecieron en la prensa. Historias como la de Caty, que pasó sus primeros treinta y dos años de vida sin oír nada, o como la de Marcos que no pudo pasar con su hija nada más que cuarenta y cinco minutos. Historias como estas, con protagonistas anónimos, son las que forman el libro.
Son historias cortitas, contadas con sencillez, casi como si un amigo te estuviera contando lo que le pasó a su vecino o a un amigo de un amigo, pero de tal manera que no puedes evitar quedar atrapado en el relato. En ellas vamos a encontrar un poco de humor y un mucho de amor. Amor en estado puro y de todas las clases. También encontraremos historias tristes y emotivas. De casualidades y de venganzas. De encuentros y de rencuentros.
Ayer terminé el libro en el autobús. Tres de los relatos que me tocaban me hicieron llorar pero ya os digo que no fueron los únicos. Hay veinticinco historias. Da para pasar por varios estados de ánimo.
Para terminar el libro Carlos nos da la oportunidad de escribir nuestra historia en dos hojas en blanco, para contar lo que queramos contar, para dejar por escrito lo que es nuestra vida a veces...
Y creo que ya no hace falta decir más. El libro me ha encantado.
Carlos del Amor lleva el área de cultura de los servicios informativos de TVE.