El que me ha defraudado ha sido Alejandro.
Y es que de una persona que tiene tanto poder, que se le ve magnánimo en muchos sentidos, pero déspota y prepotente en muchos otros, no se puede decir que todo lo haga bien.
En esta última parte de la trilogía de ALÉXANDROS, el rey Alejandro se convierte en un extraño, tanto para sus amigos como para los lectores de la novela, por culpa de las decisiones que muchas veces se ve obligado a tomar. Entiendo que un rey es un rey y que tiene unas obligaciones y unas presiones que no tiene el resto del mundo, pero eso no quita para que tenga también un pequeño corazón, -a veces en el libro da la sensación de que es de piedra,- y conciencia. Sobre todo conciencia. Porque yo no podría vivir con la carga de haber tomado ciertas decisiones que parece ser que tomó Alejandro en su día. Es más, me habría hecho matar antes de tomar esas mismas decisiones.
Como veis soy bastante reacia a contar muchos detalles de lo que he leído, pero realmente creo que si desvelase mucho más se os quitarían las ganas de leer la trilogía. Y no porque no os fuera a gustar, sino porque sabríais cómo termina. Yo al menos me alegro de no haberlo sabido antes de leerla.
De todos modos y volviendo con la historia, Alejandro no sólo toma malas decisiones en esta tercera parte. También se le describe como una buena persona, solidario con sus amigos de infancia -todos ellos altos cargos dentro del ejército- y con el ejército propiamente dicho. Y generoso. Muy generoso con todo el mundo dando siempre todo lo que puede y lo que tiene.
Alejandro se casa tres veces en este libro para facilitar las buenas relaciones con los países que conquista, pero sólo se enamora una vez en su vida. Sin embargo a pesar de estar siempre rodeado de mujeres que le aman, le veneran y le adoran, éstas apenas sí tienen importancia en el curso de la novela e incluso según el autor tendrían que haber tenido menos.
"Los lectores, pero sobre todo las lectoras, tendrán la impresión de que algunos personajes femeninos hubieran debido tener más peso en el espíritu del protagonista, pero también en esto, he preferido restituir una situación lo más próxima posible a la de la sociedad de la época, así como al caracter de Alejandro. En las fuentes antiguas, dichos personajes, incluso los más importantes, a duras penas son mencionados..."
ALÉXANDROS nada tiene que ver con la primera novela que leí de Manfredi, El ejército perdido, a la que por cierto se hace referencia en esta trilogía al hablar de la vuelta a casa de los 10.000 y que está escrita por Jenofonte, y en la que la protagonista es una mujer.
El ejército entero estaba allí: miles de soldados desarmados, sentados por tierra en el polvo, muchos bañados en lágrimas.
-¡Ya os he oído, soldados! -exclamó-. ¿O es que créeis que estoy sordo? ¿Sabíais que no duermo desde hace dos noches por vuestra culpa?
-¡Tampoco nosotros dormimos desde hace dos noches, rey! -repuso una voz anónima en el grupo.
-Porque sois unos ingratos, porque no queréis comprenderme, porque... -comenzó gritando Alejandro.
Se adelantó un veterano con la barba gris y los largos cabellos desgreñados, manco de una mano, y le miró directamente a los ojos.
-Porque te queremos, muchacho -dijo.
Alejandro se mordió los labios dándose cuenta de que inmediatamente se iba aponer a llorar como un niño, él, el rey de Macedonia, Rey de Reyes, el faraón de Egipto, el soberano de Babilonia iba a llorar como un estúpido chiquillo delante de su maldita soldadesca. Y lloró. Cálidas lágrimas, sin rebozo, sin siquiera taparse la cara. Y cuando finalmente se hubo calmado, respondió:
-¡También yo os quiero, bastardos!
Ayer la trama de CSI NY, que como todos los lunes por la noche estuve viendo con mi madre, se centró en Grecia, antigüedades robadas y en un asesino que había utilizado la daga de Alejandro Magno para matar. ¡Qué casualidad! ¡Justo el día que termino la trilogía! Me acordé del día que cogí el primer libro de ALÉXANDROS y escribí que no tenía ni idea de su vida. Viendo el capítulo de ayer de CSI me di cuenta de que mi ignorancia sobre el tema ya no es tanta.
Y me hizo ilusión.
4 comentarios:
Está claro Narayani, la lectura es una fuente de sabiduría. Me alegro no sólo que hayas aprendido con la lectura, si no que además hayas disfrutado con ella.
Un saludo
Triste final para un personaje tan inmortal ¿no?
Yo también aprendí mucho con este libro.Todos son una fuente de sabiduría a su manera.
La historia está llena de personajes que como nosotros tenemos nuestros puntos buenos y malos.
¡Ahora a por el siguiente! Ya tengo ganas de leer otra reseña (es como si pudiera hablar del libro a la gente, sin leerlo)
Jesús, la verdad es que me ha gustado mucho. Aunque no sólo por la historia; la forma de contarla es muy buena. ¡Me encanta Manfredi!
Eva, sí que es una pena que muriera tan pronto ¡imagina lo que podría haber hecho de haber vivido hasta llegar a anciano! Y también una pena que no muriera combatiendo como le habría gustado a todo soldado de la época.
Carlos, ya estoy con el siguiente libro pero ya no pertenece a la trilogía de ALÉXANDROS. ¡Ya la he terminado! Eso sí, me picó el gusanillo y tengo otro libro relacionado con Alejandro :-)
Me alegro de que te hayan gustado las reseñas.
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