
Simon firma un contrato millonario -de esos que podrían llamarse injustos- con una empresa para vender un algoritmo en el que lleva mucho tiempo trabajando. Parece que las cosas van a empezar a mejorar para él una vez que tenga dinero porque está sin blanca, pero en verdad se siente solo porque no tiene con quién compartir su triunfo. Irina aparece entonces en acción, y no será por casualidad como os podéis imaginar. A partir de ese momento las cosas se complicarán para los dos.
Dentro de la novela hay dos historias paralelas: una la que ocurre en el presente, que es lo que os he avanzado un poco más arriba, y otra, solo de Irina, que transcurre en el pasado, más concretamente cuando era una niña y vivía en Rusia.
En esta novela se juntan amor, venganza, crímenes y tecnología de una manera que te lo crees todo. Algunas cosas incluso demasiado (hay una escena que me dejó muy marcada) Solo una parte del final no me convenció mucho, pero es algo que perfectamente es perdonable si estás metido en la historia y te dejas llevar por ella.
Disfruté mucho con esta lectura y con los personajes, que me gustaron mucho también, unas veces sospechas de ellos y otras veces te inspiran lástima, pero desde luego no dejan indiferentes nunca. Además, puedes ir jugando a los detectives, pensando quién será el malo y quién el bueno.
Y poco más puedo -quiero- contar, porque yo llegué a Cicatriz sin saber mucho sobre la trama, y creo que fue un acierto. Si tenéis que enteraros de algo más... que no sea por mí.
Un disparo en el cuello. La sangre abandonaría el cerebro muy deprisa, anulando las facultades de raciocinio, dejando solo el miedo. Cuatro minutos. En cuatro minutos da tiempo a pasar mucho miedo.