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martes, 20 de octubre de 2009

Mil soles espléndidos Khaled Hosseini

¡Y otra vez mi compañera Cristina estaba en lo cierto!

Después de Cometas en Cielo, Khaled Hosseini vuelve con Mil soles espléndidos, otra novela ambientada en una Afganistan destrozada por las guerras, cambios de gobierno y malas gestiones.

Sin embargo algo que es de admirar en este autor es el brillo de esperanza que se puede distinguir en cada una de las terribles historias que describe. Creo además que la labor informativa que hace a través de sus novelas es muy impotante para abrir los ojos a los occidentales que poco nos hemos interesado por este tema. Y no me refiero a que no sea un tema de interés, simplemente que de tan acostumbrados que estamos a escuchar cosas como: "Otro ataque suicida en Afganistan deja x número de muertos" o "Al menos x personas han muerto y otras x han resultado heridas en una explosión en la capital Afagana" nos ha insensibilizado sobre el tema. Es terrible, lo sé. Pero es lo que nos ocurre a muchas personas.

He aprendido muchas cosas leyendo este libro. Cosas que ya sabía, o al menos sospechaba, y que mi cabeza se empeñaba en ignorar y dejarlo como parte de un mundo de ficción. Afganistan está lejos de donde yo vivo, por lo tanto el drama parece serlo menos. Pero no es así, porque es incluso más dramático por este motivo. La gente lo ignora y no somos conscientes del sufrimiento que se vive en otros lugares del mundo. Lo vemos en las noticias, nos compadecemos de ellos y nos olvidamos de todo cuando cambian a los deportes.

Este libro (casi más que Cometas en el cielo) lo recomiendo para saber un poquito más de la cultura de un país que sufre y que lucha por salir adelante.

Mariam y Laila son muy diferentes y no tienen nada en común. La primera es una harami, una bastarda, que pasa toda su infancia en compañía de su madre. A sus quince años contrae matrimonio con Rashid, un hombre con el que por un corto período de tiempo cree que puede llegar a ser feliz. La segunda es una niña que vive rodeada de gente que la quiere y con un futuro brillante, sin embargo lo pierde todo cuando una bomba cae en su casa estando sus padres dentro. Rashid decide acogerla en su casa y darle cobijo para más tarde contraer matrimonio con ella.

Lo que al principio es una guerra entre las dos mujeres se convierte finalmente en un fuerte vínculo que no conseguirá separarlas nunca. Unidas en la desgracia de tener un marido que las maltrata encuentran una vía de escape en los momentos que pasan juntas, contándose sus miedos, sus ilusiones, sus esperanzas y su pasado.

¿Cómo iba a marcharse en esas circunstancias?

Hizo un lúgrube inventario de las personas que habían formado parte de su vida. Ahmad y Nur, muertos. Hasina se había ido. Giti, muerta. Mammy, muerta. Babi, muerto. Y también Tariq...

Pero, milagrosamente, conservaba algo de su antigua vida, el último vínculo con la persona que había sido antes de quedarse completamente sola. Una parte de su amado seguía viva dentro de ella, con unos brazos diminutos y unas manos translucidas que empezaban a formarse. ¿Cómo podía poner en peligro lo único que le quedaba de él y de su antigua vida?

No tardó nada en tomar la decisión. Habían transcurridos seis semanas desde que Tariq y ella habían yacido. Si dejaba pasar más tiempo, Rashid podía sospechar algo.

Sabía que lo que hacía era una vergüenza, un deshonor, una falsedad. Y además tremendamente injusto para Mariam. Pero, aunque el bebé que crecía en su seno no era más grande que una mora, Laila era consciente de los sacrificios que debía hacer una madre. La virtud no era más que el primero.

Se apoyó una mano sobre el vientre y cerró los ojos.

domingo, 4 de octubre de 2009

Los renglones torcidos de dios Torcuato Luna de Tena

Hay poca gente de la que me pueda fiar en lo que a libros se refiere más que de "mi compañera" Cristina. Al principio, cuando la conocí hace unos años, no me fiaba mucho de su opinión. Me dijo el nombre de varios libros que se había leído y que me recomendaba encarecidamente. Sin embargo, eran los típicos nombres que sólo por el nombre ya me parecían aburridos y no me llamaban nada la atención. Sirvan como ejemplo La Sombra del Viento o Cometas en el Cielo. Es decir, para mí, dos pedazos de libros.

El primero tardé cerca de dos años en leerlo; el segundo un poco más. Y ninguno me defraudó. Desde entonces decidí no dudar nunca más de los que me recomendara y, he de decir, que no me ha ido mal.

Un día, supongo que en el metro después del curro, empezamos a hablar cada una del libro que estaba leyendo en ese momento y poco a poco fuimos hablando de los libros que más y que menos nos habían gustado, los que siempre recomendamos y un largo etc hasta que ella llegó a su parada.

Quizá deba hacer una aclaración llegados a este punto, y es que a pesar de que arriba he puesto que Cristina es mi compañera, sería más cierto decir que es mi ex-compañera puesto que desde que salimos de la agencia ya no lo somos. Sin embargo seguimos viéndonos y comentando los libros que nos vamos leyendo. Y es precisamente uno de esos libros de los que siempre me hablaba y que tan aburrido me había parecido el título del que quiero hablar hoy: Los renglones torcidos de Dios de Torcuato Luca de Tena.

Unos días antes de que cerraran Crisol me pasé por una de las tiendas para gastar un vale de 7€ que tenía. Quería comprar el libro de Drácula después de leer la saga Crepúsculo y cuando ya estaba a punto de pagarlo encontré Los renglones torcidos de Dios. Lo cogí, le di la vuelta para leer la sinopsis y antes de terminarla fui a la caja y pagué los dos libros. Lo he tenido en casa varios meses sin encontrar el momento de leerlo hasta que el otro día me decidí por él. Y me ha encantado. Otra vez “mi compañera” Cristina (sigo hablando de ella así porque siempre hablé de ella de este modo y ya no me puedo quitar la costumbre) tenía razón. El libro me ha gustado mucho y ya se lo he recomendado a varios amigos míos.

Alice Gould o Alicia Almenara es una investigadora privada que consigue infiltrarse en un manicomio para investigar un caso de asesinato. Una vez dentro las cosas se le complican al no sentirse apoyada por el que ella creía su “compinche” y tiene que buscar sus propios medios, no sólo para descubrir al asesino que está buscando, sino para demostrar que realmente no está loca y que está llevando un caso. Se mezcla con gente loca y gente no tan loca que la ayudan a sobrevivir en el manicomio, a cambiar su punto de vista en relación a muchos temas y a conocer en profundidad a esos renglones torcidos de Dios.

- "No te preocupes por ellos -le decía a Dios- por... por... porque... todos son equi... equi... ¡eso es! equivocaciones tuyas. Son los ren... renglones torci... torcidos, de cuando apren... apren... ¡eso es! aprendiste a escribir. ¡Los pobres locos -continuó ahogado por los sollozos- son tus fal... faltas de orto- orto... ortografía!"
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- ¿Usted no ha oído hablar a los árboles? ¡Todo el mundo los ha oído hablar! No se sabe bien qué es lo que se escucha, qué es lo que suena. No hay arroyos en las proximidades, no hay pájaros, no hay insectos, y las copas están quietas. Con esto y con todo, hay un pálpito indefinible, indescifrable. Se dice entonces que se oye el silencio. Es una manera de decir porque lo cierto es que "algo" se oye... mientras que el silencio es inaudible.
- ... He aquí una palabra, "silencio", que el hombre ha inventado para expresar una realidad que no ha experimentado jamás, para describir lo que nunca ha conocido.