Ayer quedé con mi compañera Cristina, que ya no es compañera sino amiga pero a la que llamo así, “mi compañera Cristina”, porque puedo diferenciarla de mi amiga Cristina con más facilidad. El caso es que siempre dejamos un ratito de nuestros encuentros a hablar de libros. Ella me recomienda y yo le recomiendo a ella. Un intercambio justo, como veis. Nada más encontrarnos me dijo que se estaba leyendo un libro que le estaba gustando mucho pero que no recordaba el nombre. Lo dejamos ahí y seguimos hablando de muchas cosas, ¡hacía mucho que no nos veíamos!, y empezamos a saltar de un tema a otro sin ningún orden. Estábamos pidiendo la cuenta cuando de pronto me dijo:
-Ya me he acordado del nombre del libro: Un hotel en ninguna parte.
-¿¡En serio!? ¡Yo lo terminé hace dos días!
Si lo hacemos aposta no nos sale tan compenetrado.
---------------------------------------------------------

Emma es una chica que, huyendo de su pasado, llega hasta un hotel escondido en medio de un bosque para trabajar durante el invierno.
Un lugar mágico donde no llega la cobertura de los móviles, donde los GPS no consiguen encontrarse y donde es fácil creer que las hadas existieron algún día. Se siente como en casa desde el primer momento y eso es algo que le sorprende mucho. Su nueva "familia" está compuesta por los pocos trabajadores que el hotel tiene en invierno, por los dueños –dos hermanos de sangre inglesa– y por un único cliente.
Aparte hay otros dos personajes que son, como nosotros, meros lectores: Anna, la amiga de Emma, y Martha, la madre de los dueños del hotel. Ambas van recibiendo emails de Emma y de los hermanos respectivamente con las explicaciones de lo que pasa en el hotel. Así, poco a poco y email tras email, nos enteraremos de qué ha llevado a Emma hasta allí y de qué lleva a cada hermano a actuar como actúa.
De los dos hermanos, uno es despreocupado, alegre, juerguista y divertido; el otro serio, responsable y misterioso, pero en cualquier caso los e-mails de ambos son divertidos. Se quieren mucho pero a la vez no se soportan. Son demasiado diferentes como para no discutir entre ellos y de paso criticar al otro delante de la madre (destinataria de todos los mails) con mucha gracia y naturalidad.
Me sorprendió mucho que fuera un texto epistolar. No tenía ni idea y reconozco que me sorprendió y me agradó mucho. He disfrutado de la lectura y me he enganchado por completo a los emails de unos y de otros. Yo, como persona soñadora que soy (y mucho), me imaginaba perfectamente todo lo que iba leyendo: los bosques, el hotel, las comidas, la tienda de té… y deseaba poder llegar a un lugar así alguna vez en mi vida. Me ha sido imposible no recordar ciertos lugares en los que estuve durante mi estancia en Chile, donde la cobertura de los móviles brillaba tanto por su ausencia como las estrellas por la noche. Y, ¿sabéis qué? Se puede vivir sin internet y sin teléfono. Y se pasa bien y se disfruta y te deja apreciar otras muchas cosas. Emma está aislada en el hotel y su única manera de comunicarse con el exterior es a través de la palabra escrita pero no le importa. Le gusta. El resto del tiempo lo pasa disfrutando de la compañía de una amiga, de un compañero de trabajo, de su jefe o del cliente del hotel. Cara a cara, como antaño...
Me ha gustado mucho también los guiños que ha ido haciendo la autora a la literatura, mencionando tanto a escritores como a sus obras. Y lo mismo con la música, que igual te habla de música clásica que te mete de lleno en un concierto de Heavy Metal.
Mónica, la autora, ya me gustó con su
Noctalia, pero con su
hotel en ninguna parte ha conseguido a una fiel lectora. Estoy esperando ver con qué nos sorprende la próxima vez. Me ha gustado mucho, es un libro original por la manera en que está contado y se lee muy fácilmente.
Es ideal para desconectar, no sólo de libros más densos, sino del mundo en general.
¿Creéis en la magia? ¿En las segundas oportunidades? Entonces éste, sin duda, es vuestro libro.
Antes de que me lo preguntes: sí, sigo entrando en su correo y le leo los mails. Son tan aburridos que me ayudan a conciliar el sueño. Pero tendrás que reconocer que se ha pasado un poco chivándose de mí. Salgo la noche de los jueves, viernes, sábados y domingos, porque tengo amigos a los que les apetece estar conmigo. Y no tengo novias [...] Son amigas, sin compromiso.
[...]
No le digas a Sam que le leo el correo.
Te quiere muchísimo,
Tu hijo alcohólico y seductor