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martes, 10 de diciembre de 2019

Hacia la belleza David Foenkinos

Me enamoré de Foenkinos con La delicadeza. No lo pude evitar. Lo que no sabía era si había sido un enamoramiento pasajero o si sería algo duradero. Ahora, después de leer Hacia la belleza, puedo decir que me ha conquistado para siempre. Y es que tiene una manera de decir las cosas, tan sencilla y completa a la vez, que hace que no puedas parar de leerle.

Antoine estaba sentado en su silla, con su traje color discreción. 

Antoine Duris es un profesor de Bellas Artes de Lyon que decide dejar su empleo en la Escuela en la que trabaja, para entrar de vigilante en el Museo de Orsay. Algo que no sabemos le ha ocurrido para que tome esa decisión, pero no será fácil que abra su corazón a nadie y que podamos enterarnos de los motivos que tiene para actuar así.

Mathilde Mattel, la directora de recursos humanos del Museo de Orsay, se siente atraída por ese aire de misterio que envuelve a Antoine y siente mucha curiosidad (igual que el lector) por saber qué ha llevado a una eminencia como él a buscar ese cambio de empleo. Ambos comparten el amor por el arte y la belleza de las cosas, por lo que pronto nace una amistad en la que los dos se sienten cómodos con el otro.

Y poco más puedo contar porque lo cierto es que, Hacia la belleza, es de esas novelas de las que es mejor no saber demasiado. Es dura, también lo digo, no sea que vayáis pensando en una comedia romántica, pero a su vez puede ayudar a abrir los ojos a algunas personas. También es bonita, no obstante, se dedican a buscar la belleza de las cosas.

La novela está compuesta de cuatro partes y un epílogo, y tengo que decir que el autor no se hace mucho de rogar para darnos pistas de qué le ha podido pasar a Antoine porque al final de la primera parte ya vemos algo.

De verdad, leedlo, no os puedo decir otra cosa.

Y, ya que estamos, leed también La delicadeza. Os dejo la reseña pinchando en la foto:


12 comentarios:

Norah Bennett dijo...

Me encantó esta novela y también caí con Foenkinos con La delicadeza. Es que aunque la historia es dura, terrible a veces, pero no pierde la sensibilidad en ningún momento.
Besos

Margari dijo...

La delicadeza me encantó así que ésta terminará cayendo. Me alegra ver que has seguido disfrutándola.
Besotes!!!

Rosa Berros Canuria dijo...

Leí hace años "La Delicadeza" y recuerdo que no me terminó de convencer, pero luego he leído críticas muy buenas, tanto de esa novela como de otras del autor y pienso que debería darle otra oportunidad. Tal vez lo haga con esta novela.
A veces las novelas te pillan en mal momento y no te terminan de entrar.
Un beso.

Inés dijo...

Aún no he leído a este autor y de verdad que lo tengo muy presente pero tengo la sensación que yo no disfrutaría tanto como lo hacen prácticamente todos los que lo habéis leído. No sé, tal vez algún día me anime.
besos

Mónica-serendipia dijo...

Sí, sí, sí, leed todos "La delicadeza", que es maravilla. Ay, me gusta mucho Foenkinos, pero hasta la fecha mi preferido es "La delicadeza" y solo tengo pendiente este que nos traes hoy, el del museo. Lo leo pronto y te cuento. Besos.

Al calor de los libros dijo...

A mi también me consquistó con "La delicadeza", y luego con "los recuerdos" y con "La biblioteca de los libros rechazados". Así que tengo muchas ganas de leer el que comentas, y también "Charlotte"
Un abrazo

Espe dijo...

No lo conocía pero con tu reseña me has animado a darle una oportunidad.
Un beso

buhoevanescente dijo...

Hola! Lo conocí con la libreria de los libros rechazados y si bien me gustó como escribe no me gusta como lo resolvió. Tendría que leer más! !Gracias. Saludosbuhos

Goizeder Lamariano Martín dijo...

¿Y yo por qué no he leído aún a este autor? Estoy segura de que me va a gustar mucho, tengo que ponerle remedio pronto. Besos.

yo leo Novela dijo...

Me llevo anotado los dos. Me has convencido =)

Shorby dijo...

Tengo pendiente La delicadeza desde que salió... qué desastre soy xD

Besotes

Rachelín The Cure dijo...

¡Hola!
No he leído nada de Foenkinos, pero me has dejado con unas ganas tremendas de saber por qué deja su trabajo para ser vigilante en el museo.
Me lo apunto.
¡Un saludo!