Aunque todo el mundo sabe que me gusta mucho leer, son pocas las personas que me sugieren lecturas y con las que puedo hablar (en persona) sobre lo que voy leyendo. Por eso, cuando este verano mi compañero Nacho me trajo La edad de hierro de Coetzee, sin consultármelo siquiera, me hizo tanta ilusión. No había oído hablar de él antes y lo más probable es que nunca lo hubiera elegido por mí misma, pero me encantó que quisiera compartirlo conmigo.
A pesar de que hay algunas conversaciones, el libro entero es casi en su totalidad un monólogo. Una mujer enferma, muy cerca de la muerte, escribe sus pensamientos en una carta enorme para que su hija, que vive en Estados Unidos, sepa cómo se siente y lo que siente estando enferma. Y no son sentimientos buenos, ni recuerdos demasiado cariñosos, sino que llega a echarle en cara ciertas cosas que en persona o por teléfono no se atreve a decir. La hija no sabe que está enferma y, si todo sale según lo planeado, se enterará una vez haya fallecido. También le habla de cómo está el país, muriendo igual que ella por una enfermedad que parece incurable.
Por otro lado, tenemos a Vercuil que decide instalarse en el jardín de la señora Curren. Aparece y desaparece cuando ella le echa de su propiedad, pero él siempre vuelve con su perro al mismo lugar. Aparentemente no hay nada que les una: ella, una mujer blanca acomodada; él, un vagabundo negro; y como paisaje de fondo, el apartheid. Todo está en contra de esta amistad y sin embargo, consiguen entenderse.
Cuando la señora Curren muera tendrá que ser el señor Vercuil quien envíe la carta a su hija. Esa carta que se pasa todo el libro escribiendo y que nosotros leemos como si estuviéramos cotilleando la correspondencia de otra persona.
La edad de hierro es un libro complicado, duro y difícil de digerir, pero aún así me gustó. Me costó un poco meterme de lleno en la historia, eso también es cierto, pero de verdad que hace falta ir asimilando lo que lees.
Es un relato muy intenso sobre la vida y sobre la muerte, y de lo que la cercanía de la parca puede cambiar a una persona. También es un canto a la amistad, sea con quien sea, y una crítica al sinsentido que es la vida en algunas ocasiones.
Durante la lectura me planteé varias veces si yo sería capaz de decir tantas cosas malas a una hija o a un hijo mío. No soy madre, no puedo saberlo, pero creo que no podría. A día de hoy, si yo estuviera en esa misma situación y me estuviera muriendo, creo que escribiría a mis sobrinos, pero no para contarles que la vida es una mierda y lo mal que me lo hace pasar la enfermedad, no, sino para contarles que hay muchas cosas bonitas en el mundo y recomendarles que las busquen. También les contaría recuerdos que guardo de ellos, que son tesoros para mí, y les diría lo bonito que han hecho mi mundo.
Seguro me faltaría tiempo de escritura.
Durante la lectura me planteé varias veces si yo sería capaz de decir tantas cosas malas a una hija o a un hijo mío. No soy madre, no puedo saberlo, pero creo que no podría. A día de hoy, si yo estuviera en esa misma situación y me estuviera muriendo, creo que escribiría a mis sobrinos, pero no para contarles que la vida es una mierda y lo mal que me lo hace pasar la enfermedad, no, sino para contarles que hay muchas cosas bonitas en el mundo y recomendarles que las busquen. También les contaría recuerdos que guardo de ellos, que son tesoros para mí, y les diría lo bonito que han hecho mi mundo.
Seguro me faltaría tiempo de escritura.
8 comentarios:
De este autor leí hace años la trilogía Infancia, Juventud y Verano y me gustó mucho. Ahora le tengo ganas a su nueva trilogía. A ver si le hago hueco. Besos.
Este autor es de mis eternos pendientes, creo que sus libros son lecturas comprometidas y complejas y hay que buscar el momento adecuado para disfrutarlos por eso sigo indecisa, esperando ese momento.
Besos
Hola,
del autor tengo Desgracia en casa; lo compré porque leí una reseña que me animó a ello pero aún no he tenido ocasión de leerlo; por lo que sé de él es también un libro duro como el que comentas hoy, que no me voy a llevar porque me cuesta mucho leer sobre enfermedad y muerte pero, ¿quién sabe? igual después de Desgracia me animo.
Un beso
Me ha gustado tu reflexión final sobre los hijos...aunque sea una lectura dura me ha llamado la atención
Un beso!
Una lectura dura, sin duda. Me gusta el autor así que puede que me anime.
Besotes!!
Hola.
No conocía el libro y por el momento no creo que lo lea, tengo demasiados pendientes, pero gracias por la reseña.
Por cierto, acabo de encontrar tu blog y me quedo por aquí.
Nos leemos.
¡Bienvenida! :)
Yo también tengo una pila entera de pendientes, así que te comprendo muy bien. 😉
Besos!
Tengo pendiente leer algo suyo y creo que sería perfecto para adentrarme en su obra, parece un libro que no deja indiferente y eso me gusta.
Besotes
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