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sábado, 22 de noviembre de 2008

El Jardín de la Oca Toti Martínez de Lezea

Después de leer varias novelas sobre Caballeros Templarios ha llegado el momento de hacer un receso y cambiar de tema de lectura. Lo he intentado varias veces y he intercalado otro tipo de libros entre Templario y Templario, pero esta vez será algo definitivo. La última novela que me quedaba en casa por leer era El Jardín de la Oca, que no sólo habla de los Pobres Caballeros de Cristo sino también del Camino de Santiago, que resulta que es una de mis “pasiones” por así decir.

Hace varios años que empecé el Camino y por distintos motivos que ahora no vienen al caso, no hemos llegado aún a Santiago de Compostela. Este libro llamó mi atención hará cosa de un año; como he comentado el tema Templario me motivaba bastante, pero el hecho de que lo relacionase (como otros muchos libros de este tema) con el Camino me terminó de convencer. Lo tengo en casa desde las últimas Navidades (regalo de Reyes) y hasta el mes de noviembre no me he animado a leerlo.


He de reconocer que el principio del libro no me ha llamado la atención demasiado y durante los primeros capítulos he pensado que el libro me defraudaría bastante. Sin embargo ha terminado por sorprenderme y eso siempre es bueno. Quizás hubiera cambiado algo del final (por no poner un final tan tan redondo) pero aún así me ha sorprendido.

Para mí la historia se divide en tres formas de vivir el Camino; por un lado Eder Bozat; por otro Robert Lepetit; y por otro Ezaquiel Falaquera y Hadi al-Suri. Supongo que dependiendo de las creencias de cada uno la gente considerará protagonista a uno o a otro, porque lo cierto es que los tres podrían serlo.

EDER BOZAT:

No cree en ningún Dios, sino en la Diosa, la Madre Naturaleza, la "Dadora" de vida. Su vida está en las montañas en las que ha nacido y en las que quiere pasar el resto de su vida. Sin embargo un encargo para tallar una Virgen negra y la promesa de ver a su hija le hacen comenzar su viaje a través del Camino. Su intención es tallar la imagen, ver a su hija y volver cuanto antes a sus montañas, pero las cosas se tuercen y tiene que realizar el Camino completo en busca de lo más preciado para él. Muchos realizan el Camino por fe, otros como forma de vida, pero a él le toca completarlo por obligación. No era su intención llegar tan lejos en un primer momento pero el curso de los acontecimientos le obliga a cambiar de idea.

ROBERT LEPETIT:

Ya sea en un libro o en una película, siempre tiene que haber un malo. Un personaje malvado que te tiene todo el tiempo con el corazón en un puño. Pues bien, en el Jardín de la Oca Robert Lepetit es ese malo.

Inquisidor expulsado de la Iglesia quiere formar su propia religión haciendo su propia interpretación del Libro de la Revelación del Apostol San Juan. Tiene al tablero del Juego de la Oca como un tablero de adivinación y su mayor deseo es encontrar a alguien que sepa interpretarlo para que le de pistas sobre la llegada de ese nuevo Mesías que cambiará la vida de todo el mundo. Está completamente loco.

EZEQUIEL FALAQUERA Y HADI AL-SURI:

Son la prueba de que es posible la convivencia entre distintas religiones. Demasiado bonito para ser cierto quizás, pero sin duda los personajes más entrañables del libro. Un médico judío y un herbolario musulmán ambos de edad avanzada emprenden el viaje juntos después de que Robert Lepetit se cruce en su camino. Para Hadi el tablero si es un método de adivinar el futuro y el pasado de las personas, si bien está convencido de que solo unas pocas personas han recibido el don de poder hacerlo, él entre ellos. Para Ezequiel es un mapa en el que tienen que ir haciendo coincidir las casillas del juego con emplazamientos templarios para llegar hasta el final y descifrar el mensaje.

Para mí, sin lugar a dudas el protagonista es la pareja compuesta por estos dos hombres. Pero no sólo porque me parezcan entrañables, sino por su forma de ver la vida, de analizar sus vivencias y la forma que tienen de interpretar las mismas. Por su fe ciega en su religión y la toleracia hacia la de los demás. Y sobre todo porque son capaces de buscar algo más cuando ya lo creían todo perdido. El sacar fuerzas y ganas de donde creían que no las tenían. Quizás lo que ellos sienten a lo largo de su viaje es lo que he ido sintiendo yo a lo largo del mío en el Camino de San Yago y por eso me son más simpáticos que el resto de personajes.

Sí, definitivamente yo creo que lo que me pasa es que me siento identificada con ellos.

En opinión de don Ezequiel, habían logrado algunos avances, aunque el herbolario afirmó, con su ironía habitual, que lo único que hacían era marear un pato más listo que ellos.