Helen McGill vive y trabaja en la granja familiar. Su hermano, Andrew McGill, es un escritor de renombre y eso parece ser excusa suficiente para no hacer absolutamente nada que no sea escribir. Las tareas de la casa, así como todo el trabajo que lleva la granja, recaen sobre Helen hasta que, harta de todo, decide dar una lección a Andrew y se marcha de casa para vivir una aventura. Pero no es una aventura cualquiera, no, compra un carruaje con forma de vagón bautizado como Parnaso y se echa a la carretera a vender libros y a vivir de manera nómada. Su hermano, decide ella, se quedará a cargo de la granja durante un tiempo.
Mientras tanto, Roger Mifflin, el vendedor del carruaje, le pide que lo acerque a la estación para que pueda coger un tren a Brooklyn, donde espera poder escribir su propio libro. Helen, que lo que quiere es salir cuanto antes de allí para que su hermano no pueda impedirle marchar, accede a dejarle donde él quiere y ambos salen a toda prisa de la granja familiar acompañados de un perro y del caballo que tira del Parnaso. Así, piensa Helen, yendo juntos un rato, podrá aprender el oficio de librera y el funcionamiento del carromato.
Sin embargo, ya sabemos todos que las cosas no son como una se imagina y, lo que en principio iba a convertirse en una aventura se convierte en la AVENTURA. Andrew sale en pos de ella y el señor Mifflin parece no querer abandonar el Parnaso tan fácilmente, cosa, que curiosamente, no parece importarle demasiado a Helen. Distintas situaciones se van sucediendo una detrás de otra mientras Helen avanza hacia su tan ansiada libertad. Por primera vez se siente viva y quiere que esa sensación le dure mucho tiempo.
La historia nos la narra Helen McGill en primera persona. Nos pone en antecedentes primero y después nos va contando qué ocurre una vez que decide comprar el Parnaso y sale por la puerta de su casa. No hay demasiados personajes en este libro: hay algunos secundarios como la vecina de la granja o algunos compradores de libros, y tres personajes de los que sabremos bastante más: Andrew McGill, Roger Mifflin y, sobre todo, Helen McGill. Al contarnos ella la historia podremos ver más allá de lo que dice. Sabemos lo que piensa y cómo se siente y es un placer acompañarla en su viaje tanto real, sobre el Parnaso, como el viaje metafórico que hace interiormente.
Como decía al principio, no es tanto lo que cuenta sino cómo lo cuenta, y es que la escritura de Morley es casi poética.
"No tengo facilidad para el estilo grandilocuente. Siempre he tenido la impresión de que es mejor leer un buen libro que escribir uno malo y pobre. Y he mezclado tantas lecturas a lo largo de mi vida que mi mente está llena de ecos y voces de hombres mejores que yo."
La historia tiene puntos divertidos y otros entrañables y es muy fácil engancharse a su lectura. Cuando lo terminé me enteré por un comentario en Instagram, de que había segunda parte y no pude por menos que comprarla en la Feria del Libro. Espero no dejar pasar demasiado tiempo antes de ponerme con ella porque de verdad creo que me puede gustar mucho.
¿Os gustaría vivir una vida nómada vendiendo libros sobre un carromato? A mí no me importaría en absoluto.