Ya os comenté, por aquí y por Instagram, que pensaba dedicar el período de Navidad a leer libros de este momento del año. Tal vez porque el pasado fue un año malo y tenía necesidad de empaparme de algo que fuera bonito, o tal vez porque soy de las que no deja de creer en la magia de la Navidad, pero el caso es que al final cayeron varios títulos navideños. Tres de ellos ya tienen reseñas y hoy traigo los penúltimos. Sí, todavía queda un libro más que estoy leyendo estos días.
miércoles, 13 de enero de 2021
Mini reseñas navideñas (II)
miércoles, 6 de enero de 2021
Misterio en blanco - J. Jefferson Farjeon
Una tormenta de nieve obliga a parar un tren en la víspera de Navidad cerca de Hemmersby. Un grupo de personas que viajan juntas en el mismo compartimento, pero completamente ajenas unas de otras, deciden que no quieren pasar la noche allí y salen del tren en busca de otra estación para poder continuar sus respectivos viajes. Sin embargo, las cosas no salen siempre como queremos y el peculiar grupo termina ocupando una casa que encuentran en mitad de la nada. Lo más raro de todo, no es que se hayan perdido, porque con la tormenta entraba dentro de lo posible, sino que dentro de la casa no hay nadie, pero todo indica a que no tendría que estar deshabitada: el té está preparado para tres personas en la sala y el fuego de las chimeneas crepita en varias habitaciones.
Dos personas del grupo están enfermas, por lo que ocupan sendas habitaciones para recuperarse. Mientras, los demás empiezan a investigar dónde pueden estar las tres personas que tenían que tomar el té y averiguar quiénes eran.
Los personajes que viajaban en el tren son siete. Os dejo un par de pinceladas de cada uno para que os podáis ubicar un poco:
Lydia Carrington: viaja con su hermano para pasar la Navidad en casa de sus tíos. Toma prácticamente el control de la casa una vez que deciden instalarse para que todo el mundo esté a gusto.
David Carrington: colabora en la investigación una vez que se ven inmersos en el misterio de la casa abandonada.
Jessie Noyes: corista de profesión. Se dirige a Manchester. Se tuerce un tobillo en la nieve y pasa a ocupar una de las habitaciones de la casa.
Señor Thomson: es un oficinista que va de visita a casa de su tía. Está con fiebre alta y ocupa otra habitación.
Señor Maltby: es un anciano que cree en lo sobrenatural. Se dirige a Naseby para entrevistarse con el difuntísimo Carlos I y es el primero en saltar del tren. Llega a la casa cuando ya están los demás.
Señor Hopkins: también conocido como el pelmazo. No colabora demasiado y pone pegas a todo lo que va ocurriendo.
Señor Smith: no estaba en el mismo compartimento que el resto, pero sí viajaba en el tren. Llega a la casa junto al seño Maltby.
La casa y el entorno se pueden considerar un personaje más, ya que casi tienen vida propia.
No habían dejado que ninguna de las chimeneas se apagara. Eran los puntos de calor de una casa recorrida por escalofríos.
Es una novela de misterio en la que poco a poco van apareciendo pruebas y encajando las piezas de un puzzle que no saben qué dibujo tendrá al final. Yo la he leído a sorbitos y la he disfrutado mucho, aunque reconozco que en alguna ocasión el señor Maltby me ha sacado un poco de mis casillas porque iba soltando la información con cuentagotas cuando parecía que podía soltarla toda de golpe.
La mayoría de personajes principales están bien definidos, aunque hay un par de ellos que diría más que son secundarios que principales, ya que aparecen solo cuando es necesario.
Por último, decir que me ha sorprendido el papel de las mujeres en la novela (no olvidemos que se publicó por primera vez en 1938). Buscan su lugar en la historia, que no las dejen fuera de lo que está pasando ya que también les afecta a ellas y, aunque los hombres tratan de ocultarles ciertas cosas para no asustarlas, ellas se mantienen firmes en querer saber y participar.
En resumen, ha sido una historia de Navidad diferente a las demás que estoy leyendo. El espíritu navideño se intenta mantener a pesar del misterio que envuelve a la casa y demuestran que no hace falta grandes banquetes ni reunirse con decenas de personas para sentirla. La Navidad se lleva dentro y viaja con nosotros, ya sea en tren o andando hasta una casa en mitad de la nada.