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martes, 27 de noviembre de 2018

Las ventajas de ser un marginado - Stephen Chbosky

 
Era una especie de tristeza esperanzadora, el tipo de tristeza que solo necesita tiempo.
 
Y es verdad, el libro destila ambos sentimientos: esperanza y tristeza. Charlie está perdido emocionalmente después de que su mejor amigo se haya suicidado, pero intenta encontrarse una y otra vez porque necesita encajar, participar socialmente. Cuando piensa que ya no hay solución para su soledad, encuentra a Patrick y a Sam, dos hermanos que van al mismo instituto que él y que le aceptan tal y como es. A partir de ese momento Charlie comienza a vivir cosas que hasta ese momento no había experimentado. Y le gusta. Claro que le gusta. En verdad no pide demasiado. Lo único que quiere es que le vean. Dejar de ser invisible para todo el mundo.

Tenía este libro en mi lista de pendientes desde hacía años y me apetecía mucho leerlo -confieso  que para ver la película después-, y si todavía no me había puesto con él era porque compré el libro en inglés, y siempre que pensaba en empezarlo me terminaba dando pereza y me iba a por otro escrito en castellano. Al final tengo que decir que estoy muy contenta porque he sido capaz de leerlo con bastante fluidez. El caso, es que por fin he conocido la historia de Charlie, y pienso que he tardado demasiado en hacerlo. Es de estos libros que no me importaría releer en algún momento porque seguro que puedo encontrar frases que se me han escapado en esta primera lectura, y no porque mi inglés no haya estado a la altura, sino porque en cada página hay varias frases dignas de remarcar.

Aceptamos el amor que creemos merecer.

Charlie es especial y hace que los demás se sientan especiales también, y todo con sus palabras porque es el propio Charlie el que nos cuenta la historia a través de cartas anónimas que después envía a su "Querido amigo". Y lo hace describiendo sus sentimientos sin ningún filtro, sobre su familia, sus amigos, el amor, la amistad y la pérdida. A sus 16 años ha perdido a dos personas muy importantes para él: su tía Helen y su amigo Michael. Y no supera esas muertes, porque no son fáciles de asimilar. Nadie dijo que lo fuera.

A través de las cartas conocemos también a sus hermanos, a sus padres y a su profesor de literatura, todos ellos pilares muy importantes en la vida de Charlie tanto personal como académicamente.

Y la verdad es que podría seguir contando cosas pero no lo voy a hacer porque esta novela es muy completa, y tiene muchísimos detalles que es mejor que no se desvelen. Solo puedo decir que la leáis y opinéis por vosotros mismos, porque yo no sé qué más puedo añadir para hacerle justicia...
 
Cuando salimos del túnel, Sam soltó un grito de pura diversión y allí estaba: el centro de la ciudad. Luces sobre los edificios y todo lo que hace que te asombres. Sam se sentó y empezó a reír. Patrick empezó a reír. Yo empecé a reír.
      Y, en ese momento, juro que éramos infinitos.

martes, 20 de noviembre de 2018

Los imaginarios - A.F. Harrold y Emily Gravett


Cada vez que voy a una feria del libro suelo darme el capricho de comprar un libro por impulso. El que traigo hoy fue uno de los que compré así, sin conocerlo de antemano, solo porque me llamó la atención la portada y me gustó lo que vi en la sinopsis.

Amanda es una niña con mucha imaginación y, como no le sobran los amigos, decide inventarse uno que esté con ella siempre que lo necesite: uno llamado Rudger. Juntos viven todo tipo de aventuras, las que Amanda va imaginando, y nunca nunca se aburren. La madre de Amanda le acepta tal y como es e, incluso, le pone comida y le saluda por las mañanas cuando se levanta.

Sin embargo, no todo es bonito en este mundo mitad ficción mitad realidad, y es que hay un hombre que se alimenta de los amigos imaginarios de los demás. Un hombre que tiene a su propia amiga imaginaria, por cierto. Un día, mientras Amanda y Rudger juegan en la calle, aparecen este señor y su amiga y, al salir huyendo de él, un coche atropella a Amanda. Rudger no se da cuenta de cómo ocurre, pero de un momento a otro está completamente solo, él, que existe solo porque Amanda le imaginó, que no es nadie sin ella, no solo es que la haya perdido de vista, es que no sabe por dónde empezar a buscarla. 
 
Durante varios capítulos acompañamos a Rudger en la búsqueda de Amanda y en la huida del hombre que come imaginarios, pero por suerte no irá solo, ya que encontrará a otros amigos por el camino para hacérselo más llevadero. Eso sí, amigos imaginarios...
 
La historia me ha gustado mucho y me ha parecido una idea muy bonita la de homenajear a esos amigos imaginarios que muchos niños -y no tan niños- tienen. La relación entre la niña y su amigo imaginario, e incluso de la madre con Rudger, me ha gustado mucho. En el primer caso se trata de una amistad incondicional, están el uno para el otro siempre y prácticamente es perfecta. En el segundo caso, en el de la madre, me parece muy tierno que trate al amigo de su hija como si fuera un amigo real, como si se creyera que existe solo porque su hija se lo ha dicho.
 
Lo que me ha chocado un poco es que hay algunas partes que me han resultado un poco oscuras para los niños. Tal vez tenía en mente que el libro estaba dirigido a una edad diferente a la que realmente está, pero el caso es que me imaginaba a mis sobrinos leyendo esta historia y creo que algunas partes les habrían dado canguele...
 
En cualquier caso es una bonita historia de amistad, que merece la pena ser leída. El libro, además, cuenta con ilustraciones, unas veces en color, otras en blanco y negro y otras una mezcla de ambas cosas, que ayudan a que podamos ver un poco más claramente a los personajes (sobre todo a Rudger, que seguro que hay gente que no es capaz de verlo de otra manera...)
 
 

miércoles, 14 de noviembre de 2018

La evolución de Calpurnia Tate - Jacqueline Kelly

No sé explicar muy bien por qué, pero tenía bastante miedo a este libro. Había leído opiniones demasiado dispares que me habían hecho dudar, así que al final siempre lo dejaba pasar. Ahora que lo he leído tengo que decir que los miedos no tenían ningún fundamento y que he disfrutado de cada aventura que le ocurría a la protagonista.
 
Calpurnia Virginia Tate es una niña, la única de varios hermanos, que pasa el verano de 1899 junto a su abuelo, un señor muy serio que hasta el momento no le había dedicado demasiado tiempo. Él, siempre metido en sus libros, dentro del laboratorio o en la biblioteca, lugar al que nadie más puede entrar, haciendo sus cosas; ella, siempre con miedo de molestar a su abuelo no se atreve casi a dirigirle la palabra, hasta que un día se arma de valor y le formula una pregunta sobre unos insectos. Sin embargo, a pesar de lo valiente que es al preguntarle, el abuelo le contesta que está seguro de que es una niña lista y que podrá llegar a la solución ella sola si observa al insecto en cuestión con detenimiento.
 
Después de ese primer encuentro, abuelo y nieta se dan cuenta de que comparten la afición por la investigación y pasan cada vez más tiempo juntos, algo que a la madre de Calpurnia no le gusta demasiado porque piensa que se tiene que dedicar a cosas como tareas domésticas, tocar el piano o hacer ganchillo.
 
El libro sigue una historia, pero cada capítulo tiene una mini historia dentro que comienza y acaba con el capítulo en cuestión. En este sentido me recordó a Anne la de Tejas Verdes, que seguía el mismo patrón de un capítulo para cada aventura.
 
Los hermanos, algunos más pequeños y otros más mayores, son también personajes importantes, igual que la amiga, la madre y la cocinera. En la época en la que está centrada la historia el papel de la mujer era el que era, pero Calpurnia no está de acuerdo. No ha escuchado hablar de feminismo, pero ve la diferencia que hay entre sus hermanos y ella y lucha por conseguir los mismos derechos que tienen ellos. Su sueño no es casarse y criar un montón de niños como le han dicho que tiene que hacer cuando sea un poco más mayor, sino aprender ciencia con su abuelo. Ve las injusticias y no se las calla.
 
He disfrutado mucho de esa novela, pero sobre todo de la historia del abuelo y la nieta. Esa complicidad que tienen y ese respeto mutuo me parecen muy importantes para Calpurnia. Nadie la toma en serio y a nadie le importa lo que pueda opinar, excepto a él. 
 
Algún día iba a tener todos los libros del mundo, estantes y estantes llenos. Viviría en una torre hecha de libros; me pasaría el día leyendo y comiendo melocotones. Y si algún caballero con armadura se atrevía a acercarse en su blanco corcel y a rogarme que le lanzara mi trenza, lo acribillaría con huesos de melocotón hasta que se marchara.
 
 

martes, 6 de noviembre de 2018

El blog cumplió 10 años...

… Y a mí se me olvidó comentarlo.
 
Cada año en octubre me viene a la cabeza el cumpleaños del blog, pero no siempre lo comparto con vosotros. Este año lo recordé varias veces, pero entre unas cosas y otras al final lo olvidé. Sin embargo, como es un número tan redondo, he pensado que no quiero dejar de celebrarlo. El blog -o mejor dicho, yo- ha ido pasando por muchas fases en este tiempo y, aunque tal vez esta no sea la más intensa, yo sigo disfrutando de los ratos que le dedico. Me sigue gustando leer tanto o más que el primer día, y sigo disfrutando cuando escribo las reseñas. Es una forma más de evadirme cuando me hace falta.
 
Ahora mismo no se me ocurre qué puedo hacer para celebrarlo con vosotros, que tantos años me lleváis soportando, pero intentaré hacer un sorteo antes de que acabe el año. Mientras tanto, solo quiero daros las gracias por estar ahí, haciéndome compañía tanto en el blog como en las redes sociales, y aportando innumerables títulos a mi lista de libros pendientes de leer.
 
¡Nos leemos!