El pasaje es uno de los libros que más tiempo me ha llevado leer y no porque no me haya gustado, no, sino porque tiene tantas páginas que muchas veces lo cogía con pereza y, de esa manera, es difícil avanzar.
Lo cierto es que pasan tantas cosas, y en tantos períodos diferentes, que me parece una reseña bastante complicada de hacer. Para empezar diré que me ha gustado. Bastante tirando a mucho. Tanto como para haber ido a comprar el segundo libro de la trilogía. Son más de 1.000 páginas de historia, eso también quiero que lo sepáis porque hay gente a la que esto le echa para atrás, a mí me pasa, que conste. De hecho, si me decidí a la hora de comprar este libro fue por dos cosas: la primera por la portada, que me parece preciosa, y la segunda por el precio, que estaba en oferta por 5,95€.
Nos encontramos en una historia de ciencia ficción y fantasía, en la que la mayoría de la humanidad, o bien ha muerto, o bien se ha convertido en una mezcla de zombies y vampiros (virales) que viven buscando más humanos a los que morder. Solo la luz salva a las personas de ser atacadas, porque los virales mueren al contacto con la luz, ya sea solar o artificial.
La historia comienza en el tiempo actual, donde nos presentan a varios personajes a la vez que nos van dando pinceladas de unos experimentos que se están llevando a cabo en una localización secreta del ejército estadounidense (ya sabéis, que para lo bueno y para lo malo todo ocurre allí). Como podéis imaginar el experimento se les va de las manos y un virus terrible se expande por todo el mundo. A partir de ese momento las personas que no han sido infectadas tienen un solo objetivo: sobrevivir.
Después de eso damos un salto en el tiempo y nos vamos a cien años más tarde, a una comunidad de personas que consiguió sobrevivir y que se ha organizado para salir adelante como una comuna. No conocen cómo era el tiempo pasado, no saben nada de las facilidades que tenían cien años antes, pero tampoco parece hacerles falta. Han vivido en armonía mucho tiempo, pero ahora es el momento de que cambien las cosas y un pequeño grupo se marcha de la comunidad para buscar una forma de acabar con los virales, y recuperar la vida que tenían antes de que el virus apareciera. Quieren ser libres.
¡Verdaderas botas de piel! Ahora las calzamos todos, salvo Caleb, que conserva sus zapatillas de deporte. Son demasiado grandes, pero dice que le da igual, le gusta su aspecto y cree que le dan suerte, porque no ha muerto desde que se las puso.
En resumen, que en El pasaje se da comienzo a una historia que merece mucho la pena. Es cierto que me ha dado pereza en algún momento ponerme a leer por el número de páginas que tiene, pero una vez abierto, he leído bastante del tirón porque engancha mucho. Yo seguiré con la trilogía, es más, no creo que tarde demasiado...