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lunes, 28 de octubre de 2019

Equilibrio Alberto Muñoz Durán

Compré Equilibrio en Amazon porque me llamó la atención el argumento. No sé si es exactamente lo que me esperaba, pero en cualquier caso, es una lectura que he disfrutado.

Para ponernos en situación os diré que estamos en el año 2040, el hombre acaba de llegar a Marte y eso provoca la casi aniquilación de la raza humana.

La acción comienza en un partido de fútbol cuando se queda el estadio a oscuras y aparecen unas luces azules que destruyen todo a su paso. Aitor y su padre están en el baño, lo que hace que no puedan ver estas luces y no sean masacrados como el resto de la gente. Pasado un tiempo deciden salir a investigar qué ha ocurrido y se dan cuenta de que son de las pocas personas que han quedado con vida, no solo en el estadio, sino en todo el mundo. Iskander, la estrella de fútbol de uno de los equipos se une a ellos en la huida, pero pronto se tendrá que hacer cargo él solo de Aitor porque el padre morirá a manos de los extraterrestres. Ese será el principio de su amistad y también de su aventura, ya que deciden ir a Sevilla a buscar a la madre de Aitor. Iskander sabe que lo más probable es que la madre haya fallecido también, pero para Aitor es importante y, además, no tienen ninguna idea mejor de qué hacer o a dónde ir.

Por otro lado están Fernando y Carmen, que viven en un pueblo de Sevilla. Fernando vivía convencido de que un ataque como el que han sufrido podía ocurrir y es que, según él, el hombre había evolucionado demasiado y se le estaba yendo de las manos eso de querer invadir otros planetas. En el momento en que el hombre llega a Marte comienzan los ataques y Fernando corre a esconderse al búnker que tenía preparado. Carmen llega poco después y a partir de ese momento también comienza una amistad entre ellos.

Poco a poco vamos viendo la evolución de los cuatro personajes, (y de alguno más que va apareciendo por el camino), y nos vamos planteando, igual que ellos, cómo actuaríamos nosotros en ese escenario. ¿Puedes fiarte de todo el que encuentras en una situación así? Rotundamente no, porque a pesar de que todos deberían estar unidos para luchar contra un enemigo común, la miseria humana no tiene límites.

Es una historia entretenida que se lee bastante rápido. Como he comentado al principio, es un libro que he disfrutado, aunque hay una cosa que en ocasiones me ha sacado un poco de la lectura y ha sido la manera de narrar del autor; no es molesto y no interfiere en la lectura, pero muchas veces me da la sensación de que el autor tiene miedo a utilizar palabras sencillas y se complica dando un tono un poco rimbombante al texto. Por ejemplo: 

El alboroto penetró impetuoso en los pabellones auditivos de aquellos que descansaban ajenos a la trifulca. 

A lo mejor yo soy muy quisquillosa, pero que me hablen de pabellones auditivos en mitad de una discusión me confunde un poco. No pasa siempre durante la lectura, no es penséis que es así todo el libro, pero en algún punto sí me ha pasado y me ha sacado un poco de la historia. Personalmente prefiero que se utilicen palabras más normales y sencillas, que una descripción enrevesada.

En resumen, es una historia de extraterrestres, con personajes entrañables (y otros no tanto) que me ha hecho pasar un rato entretenido y también plantearme ciertas cosas como ser humano. Me ha parecido una idea original, o al menos diferente de lo que suelo leer yo. Por otro lado me gustaría hacer mención de la portada, que fue lo primero que llamó mi atención del libro y que me encanta. Eso sí, hay que leer el libro para saber el significado. 

Es lo primero que leo del autor, pero seguro que repetiré con él porque tengo otros dos de sus libros esperando en mi lector electrónico. 

miércoles, 23 de octubre de 2019

La edad de hierro - J.M Coetzee

Aunque todo el mundo sabe que me gusta mucho leer, son pocas las personas que me sugieren lecturas y con las que puedo hablar (en persona) sobre lo que voy leyendo. Por eso, cuando este verano mi compañero Nacho me trajo La edad de hierro de Coetzee, sin consultármelo siquiera, me hizo tanta ilusión. No había oído hablar de él antes y lo más probable es que nunca lo hubiera elegido por mí misma, pero me encantó que quisiera compartirlo conmigo. 

A pesar de que hay algunas conversaciones, el libro entero es casi en su totalidad un monólogo. Una mujer enferma, muy cerca de la muerte, escribe sus pensamientos en una carta enorme para que su hija, que vive en Estados Unidos, sepa cómo se siente y lo que siente estando enferma. Y no son sentimientos buenos, ni recuerdos demasiado cariñosos, sino que llega a echarle en cara ciertas cosas que en persona o por teléfono no se atreve a decir. La hija no sabe que está enferma y, si todo sale según lo planeado, se enterará una vez haya fallecido. También le habla de cómo está el país, muriendo igual que ella por una enfermedad que parece incurable.

Por otro lado, tenemos a Vercuil que decide instalarse en el jardín de la señora Curren. Aparece y desaparece cuando ella le echa de su propiedad, pero él siempre vuelve con su perro al mismo lugar. Aparentemente no hay nada que les una: ella, una mujer blanca acomodada; él, un vagabundo negro; y como paisaje de fondo, el apartheid. Todo está en contra de esta amistad y sin embargo, consiguen entenderse. 

Cuando la señora Curren muera tendrá que ser el señor Vercuil quien envíe la carta a su hija. Esa carta que se pasa todo el libro escribiendo y que nosotros leemos como si estuviéramos cotilleando la correspondencia de otra persona. 

La edad de hierro es un libro complicado, duro y difícil de digerir, pero aún así me gustó. Me costó un poco meterme de lleno en la historia, eso también es cierto, pero de verdad que hace falta ir asimilando lo que lees.

Es un relato muy intenso sobre la vida y sobre la muerte, y de lo que la cercanía de la parca puede cambiar a una persona. También es un canto a la amistad, sea con quien sea, y una crítica al sinsentido que es la vida en algunas ocasiones. 

Durante la lectura me planteé varias veces si yo sería capaz de decir tantas cosas malas a una hija o a un hijo mío. No soy madre, no puedo saberlo, pero creo que no podría. A día de hoy, si yo estuviera en esa misma situación y me estuviera muriendo, creo que escribiría a mis sobrinos, pero no para contarles que la vida es una mierda y lo mal que me lo hace pasar la enfermedad, no, sino para contarles que hay muchas cosas bonitas en el mundo y recomendarles que las busquen. También les contaría recuerdos que guardo de ellos, que son tesoros para mí, y les diría lo bonito que han hecho mi mundo. 

Seguro me faltaría tiempo de escritura. 


lunes, 21 de octubre de 2019

El Club de la Buena Estrella - Amy Tan

Elegí este libro antes de viajar a EEUU este verano porque parte de la historia se desarrolla en San Francisco y yo iba a visitar esa ciudad. No me sirvió para lo que quería, que era conocer un poco de la ciudad antes de llegar a ella, pero sí para adentrarme en las letras de esta escritora. 

Diría que tenemos una protagonista, pero esta se convertirá pronto en secundaria en detrimento del resto de mujeres del libro; o, como mucho, en una igual. Y es que en El Club de la Buena Estrella conocemos la historia de cuatro madres y cuatro hijas unidas más por la falta de entendimiento entre ellas, que por cualquier otra cosa. Las madres se entienden, más o menos, entre ellas. Todas salieron de China hacia Estados Unidos en busca de un lugar mejor. Las hijas, todas nacidas en la tierra de la libertad, quieren vivir su vida a su manera. No han conocido la guerra de su país y viven entre las tradiciones chinas, impuestas por sus madres, y las americanas. 

Conocemos, nada más empezar, el fallecimiento de una de las madres. Su hija, June Wood, ocupa el lugar que deja libre en la mesa de mah-jong y se une al grupo de las madres sin serlo ella. En una de estas reuniones las amigas de su madre le confiesan que tiene dos hermanastras en China y que debe ir en su busca. Y ahí, donde yo pensaba que la historia se centraría en esta búsqueda, comienzan los relatos de estas ocho mujeres. Todas diferentes, pero ninguna fácil. Todas, solo por el hecho de ser mujeres, se han visto abocadas a obedecer, a ser ninguneadas, a ser fuertes y autosuficientes. A sacar adelante la casa, los niños, al marido y a la familia de este. Me ha gustado la crítica que hay en sus páginas, la lucha de las hijas americanas que ven factible un cambio, con sus madres, que tienen las costumbres y la cultura chinas bien arraigadas. 

Por otro lado, me sorprendió mucho la poca empatía que dibuja la autora en los personajes de las madres chinas, asustando a sus hijas con espíritus malignos y todo tipo de leyendas inventadas. A ellas se las contaron sus madres y ellas lo repiten con sus hijas sabiendo lo mal que se lo van a hacer pasar. Esa obediencia que se impone a las niñas, y no a los niños, a base de amenazarlas y meterles miedo.

Entrar en detalles de cada historia lo veo innecesario y, por qué negarlo, también complicado (ahora mismo confundiría nombres con anécdotas y sería un lío). En cualquier caso, lo importante, es el poso que deja la novela, y ese,... ese es bueno. 

- ¡Quieres que sea algo que no soy! -gemí-. ¡Nunca seré la clase de hija que quieres que sea!
- Solo hay dos clases de hijas -le gritó en chino-. ¡Las que son obedientes y las que hacen lo que les da la gana! Solo una clase de hija puede vivir en esta casa. ¡Una hija obediente!
- Entonces ojalá no fuese hija tuya. ¡Ojalá no fueras mi madre!
Mientras así hablaba me embargó el temor. Tuve la sensación de que gusanos, sapos y criaturas viscosas salían de mi pecho, pero también me sentí aliviada, como si aquel lado terrible de mí saliera por fin a la superficie. 

lunes, 14 de octubre de 2019

Segunda persona - Juan Rescalvo Somoza

Compré este libro casi sin pensarlo cuando lo vi en Amazon hace unas semanas. Conozco al autor por haber leído ya varias de sus novelas y tenía mucha curiosidad por conocer la última.

Es complicado hablar de esta historia porque no quiero desvelar nada, pero por lo menos voy a intentar poneros en situación. Para empezar está escrita en segunda persona, lo que hace que el propio lector se convierta en el personaje principal y no pueda dejar de leer por ese motivo; y luego está el argumento, que es, cuando menos, intrigante: te despiertas un día sin saber quién eres, ni dónde estás, ni, mucho menos, por qué hay un cadáver junto a ti. No sabes quién es el muerto, pero tampoco sabes quién lo ha matado. ¿Habrás sido tú? Y, si has sido tú, ¿por qué le has matado? Tienes que volver a casa para poner un poco de orden en tu cabeza, pero no sabes dónde vives ni si estás cerca o lejos.

El acierto de esta novela es, sin duda, la manera de contarla, y es que el hecho de que el propio protagonista no sepa qué le ha llevado a su situación actual y lo vaya descubriendo poco a poco, hace que el lector se quede pegado a sus páginas para ser testigo de todo lo que va averiguando el personaje.

Es una lectura rápida, ya que es un libro con pocas páginas. Y además, el hecho de que sea un misterio todo lo que rodea al asesinato hace que no quieras dejar de leer.

Personalmente, he disfrutado mucho de esta nueva historia de Juan y me he sorprendido por la manera en que la ha llevado. Varias veces durante la lectura he creído saber quién era el asesino y sus motivos... Y todas me he equivocado.

Y ya está. No voy a contar más que si no al final voy a decir más de lo que puedo decir. Os dejo, por si queréis conocer un poco más al autor, las reseñas de otros libros suyos que también he disfrutado mucho:

http://narayani-eraseunavez.blogspot.com/2013/01/gramos-de-papel-juan-gabriel-rescalvo.htmlhttp://narayani-eraseunavez.blogspot.com/2013/05/muerta-entre-los-vivos-viva-entre-los.html




lunes, 7 de octubre de 2019

Viajes con Charley: en busca de Estados Unidos. - John Steinbeck

Hablar de un libro que te ha gustado mucho puede ser muy fácil o muy difícil. El que traigo hoy creo que es de los segundos, pero también es posible que me ponga a escribir y me salga del tirón. ¿Quién sabe? El caso es que lo he disfrutado, puede que más por cómo lo cuenta el autor, que por lo que cuenta, pero en cualquier caso, ha sido una muy buena lectura. 

En septiembre hice un viaje por la costa oeste de EEUU y pensé que llevarme a Steinbeck conmigo era una buena idea... Y de hecho lo fue, si no fuese porque el tiempo que dediqué a leer en las vacaciones fue mínimo, así que al final, he terminado de leer su viaje por Estados Unidos después de terminar yo el mío. Y en parte me ha gustado leer sobre sitios en los que he estado recientemente, como San Francisco, pero también es cierto que me habría gustado leer sobre ellos antes para poder releer esos fragmentos (muchos) que, por lo que sea, me han llamado la atención y que he ido subrayando como una loca. 

He oído muchas veces que lo mejor para escribir sobre algo es conocer bien de qué se escribe y eso es justo lo que hace Steinbeck en este libro: conocer su país para poder hablar de él. La mayoría de sus libros los escribió antes de ese viaje, pero creo que, aun así, la intención era buena queriendo informarse.

Como todo buen viaje que se precie, el viaje de Steinbeck comienza con los preparativos: la compra de la furgoneta y el añadido para convertirla en caravana, provisiones, mapas de carretera, libros, un itinerario y, por supuesto, su perro Charley, su fiel compañero. Lo demás va surgiendo sobre la marcha. Poco a poco va avanzando y recorriendo kilómetros, alejándose y a la vez acercándose, ya que, cuanto antes comience su viaje, antes podrá volver con su mujer a casa. De su viaje quiere sacar información tanto de la gente como de los lugares y es que todo va cambiando en función de dónde se encuentre: los colores, las personas, los olores, los atardeceres e, incluso, la manera de preparar el café. 

El clima cambió rápidamente al frío y los árboles estallaron en una explosión de color, no te podías creer aquellos rojos y amarillos. No es sólo el colorido, sino un brillo especial que es como si las hojas se tragaran la luz del sol del otoño y luego la fueran soltando despacito.

Charley, su perro, le acompaña en esta peculiar aventura y no son pocas las veces que hace referencia a él y a la compañía que le hace. Somos testigos de la complicidad que hay entre ellos y del bien que se hacen el uno al otro. Charley es un perrete ya mayor, pero que todavía tiene mucho que decir. Fue educado por franceses y eso, según Steinbeck, hace que Charley se sienta más glamuroso que otros perros. 

En Viajes con Charley, se tratan temas peliagudos de los que muchos americanos se niegan a posicionarse por ser temas incómodos. John Steinbeck intenta, a lo largo y ancho del país, hablar con sus compatriotas de política, pero nadie le habla con sinceridad. Se encuentra con problemas sociales con los que no sabe como lidiar, como la discriminación a los negros. Hay un capítulo, llegando al final del viaje, en el que cuenta cómo una comunidad se vuelve en contra de un colegio en el que se han matriculado dos niños negros haciendo manifestaciones todas las mañanas para abuchear, no tanto a los niños negros, que también, sino a un padre blanco, que lleva todos los días a su hijo blanco, al colegio con dos negros. Muy impactante hasta dónde puede llegar la incultura. 

También se da cuenta el autor de cómo ha cambiado él a lo largo de los años. Nació en California, pero en el momento del viaje, y también de su muerte, vivía en Nueva York. La manera de pensar en ambos estados es muy diferente y él no sabe si se fue a vivir a la costa este porque encajaba mejor con su manera de pensar, o si al irse a Nueva York cambió su manera de pensar. Sea como fuere, hace un ejercicio de quién era y de quién es en el momento de escribir el libro; de cómo es el resto del pueblo americano y cómo, en función de dónde hayas nacido, piensas de una manera u otra. Este libro es un viaje literal a través de Estados Unidos, pero también lo es metafórico; un viaje al centro del pensamiento americano: el suyo propio y el de los demás. 

Seguía siendo la Ciudad que recordaba yo, tan segura de su grandeza que puede permitirse ser amable.