Mi madre se sorprende de la cantidad de amigos y amigas homosexuales que tengo; yo le digo que debo de inspirar confianza a la gente porque es cierto que muchas personas se han sincerado conmigo cuando todavía no habían salido del armario. Otras llegaron a mi vida abiertamente gays y lesbianas, pero aún así, aunque no se escondan o no se hayan escondido nunca, todos estos amigos tienen una cosa en común: el difícil camino por el que han pasado, y pasan todavía, por gustarles alguien de su mismo sexo.
Durante un tiempo pensé que la situación había cambiado un poco, que la gente era más tolerante, pero en estas semanas me he dado cuenta de que no, de que todo está yendo hacia atrás. El odio ha crecido y no entiendo por qué. Si a mí no me gusta algo de una persona me doy la vuelta y tiro para otro lado, no le increpo ni le insulto ni le amenazo. Simplemente, paso. Me cuesta entender que haya gente que luche por menospreciar a los demás en lugar de preocuparse por lo suyo. De verdad que no lo entiendo. En mi cabeza, vivir en armonía, me parece que podría ser algo fácil.
El libro que traigo hoy cuenta la historia de un chico que sale del armario y ya. (¿Y ya?) Ese no debería de ser el argumento de una novela, pero es lo que hay. Es como si yo escribo una novela explicando que soy hetero. Sin embargo, para mucha gente, leer este libro le animará a dar el paso y, si no lo hace, tal vez siembre la semillita. A otras personas le abrirá los ojos a una situación que tal vez desconozcan. Por eso esta historia tiene una repercusión que no tendría la mía. Por eso es necesaria.
Terminé de leer este libro un poco antes del asesinato de Samuel en A Coruña y, si ya me había hecho pensar y recordar algunas historias que me habían contado amigos míos, cuando me enteré de la noticia se apoderó de mí una sensación de desasosiego y de injusticia que no puedo describir. Mi mente me bombardeaba con frases y experiencias que mis amigos me habían contado y no se me iban de la cabeza. Y es que la historia de Chris, el Chico de las Estrellas, se parecía tanto a ellas, que leerle fue como abrir la caja de Pandora de los recuerdos.
Chris Pueyo cuenta, de una manera original y diferente, su experiencia a la hora de salir del armario. De primeras, como muchas otras personas, intentó ser hetero, pero no le salió bien. Tuvo una infancia complicada, con un padre desaparecido y una madre que, tengo la sensación, de que habría sido mejor si tampoco hubiera estado. Menos mal que su abuela, a quien nombra siempre La Dama de Hierro, estaba allí para él. Después de no pocas sesiones con una psicóloga, de un viaje (¿"huida"?) al extranjero para encontrarse a sí mismo y de encontrar las mejores amigas, Chris o, el Chico de las Estrellas (que es la versión valiente del propio Chris) consiguió ser él mismo. Cuando lo confiesa por primera vez siente que se quita un peso de encima y, además, se da cuenta de que no pasa nada. De que la persona que recibe la noticia no reacciona mal y eso le da valor para ir contándoselo a más personas.
Mi personaje favorito es la Dama de Hierro, que está siempre ahí, protegiéndole de sus miedos con todo su amor y su cariño.
Llegó (el Chico de las Estrellas) a una casa blanca donde los miedos se quedaban en el umbral de la puerta. Fíjate en ellos, querido lector, ahí están. En fila india, no se atreven.
La Dama de Hierro perdió sus miedos hace demasiado tiempo, tanto que en su casa no entran ni los suyos ni los míos.
(El libro tiene tantas frases para subrayar que, si no haces filtro, terminas subrayando el libro entero. Esta que acabo de poner es una de las que pasó el filtro y me guardé para siempre).
El chico de las estrellas es un libro corto que, además, se lee con fluidez. La manera de narrar de Chris es sencilla y poética y eso hace que se quiera seguir leyendo siempre un poco más. Los capítulos no son demasiado largos, así que es fácil decir eso de "solo uno más y paro". Se dirige al lector de manera continua, lo que consigue darle un toque más íntimo y personal y mucha cercanía. Te está contando su historia a ti directamente. A nadie más.
En estos días que vivimos creo que es un libro necesario para todo el mundo. Puede ayudar mucho a empatizar con el colectivo, que hay muchas personas que piensan que no hay diferencia con el mundo hetero, pero la realidad es que todavía queda mucho por hacer, así que, sin duda, lo recomiendo.