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miércoles, 4 de noviembre de 2009

Lo mejor de la vida Rona Jaffe

¿Por dónde iba a empezar el asalto de una fortaleza como Nueva York? Ni siquiera quería hacerlo. Sólo quería quedarse allí hasta que ella misma formase parte de la ciudad, ser una de esas mujeres bien arregladas y mejor acompañadas, y era consciente solo a medias de que eso también era una fantasía. Sólo tenía que subir los tres pisos que llevaban a su sombría habitación para saber hasta qué punto lo era. Pero a pesar de los pesares era feliz, y cada momento de su recién estrenada vida le deparaba algo nuevo y emocionante.

No sé muy bien porqué he escogido este fragmento de la novela, pero lo cierto es que me llamó la atención cuando lo leí en el libro. Quizás porque yo de pequeña también quería asaltar NY, ser parte de esa ciudad enorme donde pudiera hacer un montón de cosas guays igual que las protagonistas de Lo mejor de la vida. No lo sé. El caso es que tanto en este párrafo como en muchas otras partes de la novela me he sentido identificada con cada uno de los personajes. ¡Y eso que cada una de la chicas protagonistas tienen problemas y vivencias diferentes entre sí!

La verdad es que por un lado las envidio por la mentalidad de amas de casa que tienen. Trabajan hasta que encuentran un hombre que las quiere, que prometen cuidar de ellas y mantenerlas o, como mucho, hasta que se quedan embarazadas de su primer hijo. Después su vida se limita a la casa y sus labores. Pero por otro lado luego pienso que no sería capaz de hacer algo así. Y no por nada, porque realmente no me importaría, pero cada cual tiene que asumir sus limitaciones, y yo definitivamente sé que como ama de casa dejo mucho que desear. Creo que prefiero seguir trabajando.

Estamos en Nueva York en el año 1952. Cuatro chicas jóvenes buscan más que un trabajo o un amor. Buscan una vida. Una vida que puedan decir que es suya y que la han construido con sus propias manos. La primera en aparecer es Caroline Bender. Una chica que acaba de ser abandonada por su prometido porque éste ha decidido casarse con otra chica que ha conocido en un viaje a Europa. Para tratar de olvidarle decide buscarse un empleo como secretaria. Allí conoce a April Morrison y a Gregg Adams. La primera busca desesperadamente un hombre que la quiera y que la convierta en su esposa para dejar de trabajar y que, aunque se equivoca en algunas cosas, (a todos nos cuesta ver ciertas cosas cuando nos ocurren a nosotros mismos y más si hay sentimientos por medio) también creo que acierta en muchas otras con las decisiones que va tomando. La segunda, Gregg Adams, deja enseguida la oficina donde trabajaba junto con los otros dos personajes anteriores para actuar en obras de teatro. Se mantiene su historia en la novela porque es la compañera de piso de Caroline porque lo cierto es que todos los personajes están ligados unos a otros de alguna manera. La última de las protagonistas es Barbara Lemont, una madre divorciada a los 20 años, trabajadora de la misma empresa y vecina de April.

Tengo la sensación de haber tardado demasiado en leer el libro pero también de haber aprovechado y disfrutado cada una de sus páginas. Conversaciones íntimas entre dos amigas hasta las tantas de la madrugada. Juegos de manos y miradas entre el chico que te ha gustado en una fiesta y tú. Pensamientos dedicados a la persona amada, y a la vez perdida, mientras hablas con alguien cuya conversación no te entretiene. Viajes inesperados. Ascensos en el trabajo. Llamadas de teléfono a última hora. Sí, definitivamente son cosas a las que bien merece dedicarles un tiempo.

Mientras leía el libro me imaginaba que podría salir una película bastante decente con este argumento y ahora que ya lo he terminado y he buscado cosas sobre el libro en Internet, me he enterado de que la película se rodó en 1959 y que al igual que el libro, que se publicó en 1958 (¡y yo lo compré pensando que era una novedad!) fueron grandes éxitos sobre todo entre el público femenino.

Para no desvelar nada concreto sobre las historias personales de las protagonistas pondré un fragmento completamente neutro quizás demasiado parecido al que da comienzo a la entrada, pero que también llamó mi tención.

Las vemos en el autobús por las mañanas: mujeres que leen el periódico, mujeres con novelas sacadas en préstamos de la biblioteca y mujeres que tienen la mirada perdida. Si no llueve y el autobús va abarrotado de gente que se apretuja y empuja en el pasillo, les vemos la cara. Cada una de ellas es un máscara de autocontención, aderezada con cosméticos, que mantiene recluidos sus pensamientos íntimos en un vehículo público.

4 comentarios:

Eva dijo...

resulta un libro bastante interesante. Para mí toda historia donde una mujer lucha por su indivudualidad e independencia del otro género vale la pena. Me la apuntaré. Gracias miles.

Narayani dijo...

Me lo compré para utilizar un vale que tenía.
Quizás porque no esperaba mucho del libro me ha gustado más. Me sorprendió la novela y me sorprendió que me gustara tanto.

Sarah dijo...

La verdad es que tiene muy buena pinta, y tu crítica me lo ha confirmado. Por ahora lo estoy reservando para cuando tenga unos cuantos días seguidos para poder dedicarlos a la lectura...

¡Besicos!

Kaia dijo...

A mí me costó arrancarlo: imagínate en pleno viaje de vacaciones, metido semejante tocho en la maleta, empezar a leerlo en la playa... Pero una vez que volví a casa y volví a mi rutina de sofá y lectura antes de irme a dormir, fue todo seguido. No me han sorprendido las mentalidades de las protagonistas y, aunque opino como tú en cuanto a lo de ser ama de casa, estoy segura de que si hubiésemos vivido en aquella época seríamos como ellas, ¿no crees? Desde luego es una novela totalmente recomendable para darnos cuenta de cuánto hemos avanzado. Muchas gracias por haberme leído también.