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martes, 31 de mayo de 2016

La frase del martes - 156



No hay nada más triste que la tristeza de un hombre alegre.

-Armando Palacio Valdés

martes, 19 de mayo de 2015

La frase del martes - 120


Es más fácil sonreír que explicar porqué estás triste.

- Marilyn Monroe.

miércoles, 11 de mayo de 2011

El bolígrafo de gel verde Eloy Moreno

Cuando era pequeña vi Armas de mujer y quise ser igual que Melani. Una ejecutiva con traje, despacho en un edificio altisimo y maletín. Caminar con prisa por la calle como si fuera a algún lugar importante con los tacones pisando fuerte en la acera.

Hace un par de meses estando mi hermana pequeña y yo en la cocina le dije:

-A mí lo que realmente me gustaría hacer es irme a vivir a un pueblo costero, pequeño, así del tipo del de doctor Mateo. Hacer lo mismo que ha hecho él, dejar su vida en una gran ciudad y empezar de cero.

Ana, que así se llama mi hermana se quedó callada un rato, después continuamos con la conversación hasta que de pronto me dijo:

-Es que me has dejado de piedra. No tenía ni idea de que quisieras eso en tu vida.

Y era verdad. Ella no lo sabía. Ni si quiera yo lo sabía. Lo venía pensando desde hacía mucho tiempo pero nunca lo había dicho en voz alta y no sabéis cómo cambia la cosa al hacerlo público...

El bolígrafo de gel verde está narrado en primera persona por un hombre que hace tiempo ha perdido la ilusión por su vida. Despertar cada mañana, asearse, desayunar, arreglar al niño, ir a trabajar, volver a casa, cenar con su mujer y volver a dormir se ha convertido en pura rutina y, por ende, en un suplicio para él. Se da cuenta de que no es ésa la vida que él quiere y en unas pocas semanas comienza a trazar un plan para cambiarla.

Su vida transcurre casi todas las horas del día entre las cuatro paredes de la oficina en la que trabaja, así que es allí donde comienza a dar rienda suelta a sus pensamientos.

Un día un bolígrafo de gel negro le desaparece de su sitio y por más que lo busca no logra encontrarlo. Sabe que alguien se lo ha cogido, pero no sabe quién, así que se propone encontrar a la persona que roba bolis y se compra un bolígrafo que nadie más pueda tener. Uno con un color que no use absolutamente nadie. Se compra un bolígrafo de gel verde.

Una vez que le desaparece no ceja en su empeño para encontrar al ladrón, y puesto que su vida ya no es vida desde hace tiempo, decide hacer horas extras en la oficina para quedarse solo y buscar por la planta su boli.

No hace falta avanzar mucho en la historia para darte cuenta de que el protagonista es un hombre triste, casi deprimido, que no sabe cómo hacer bien las cosas. Ni siquiera es capaz de intentarlas. Desde el principio, donde te cuenta su infancia, se ve que mira al pasado con nostalgia, con una infinita tristeza por lo que pudo haber sido y no fue.

Ya de adulto conoció a Rebe, la chica de sus sueños, y se casó con ella. Sin embargo ahora las cosas entre ellos no son como deberían haber sido. Son casi como dos extraños viviendo en una misma casa y eso es, precisamente, lo que él quiere cambiar.

De la mitad al final del libro nos encontramos con un hombre más valiente pero igual (o más) triste que al principio. Dispuesto a afrontar sus miedos, quizás porque es lo que quiere hacer, quizás porque no tiene más remedio. El caso es que poco a poco va consiguiendo avanzar en su camino. Aquí los amantes del senderismo como yo disfrutaréis mucho y posiblemente entendáis cosas que no todo el mundo entienda. La sensación de llegar a lo alto de una montaña. Llegar al refugio. Conocer la camaradería...

Normalmente me quedo con una sola frase o párrafo del libro. Esta vez pondré varios que me han encantado y además en color verde. Esta vez me olvidaré del azul...

Vi, aquel día que ya era noche, uno de los paisajes más insolentes, más presumidos y más hermosos que he visto en mi vida. El refugio nacía en medio de un lago. Una pequeña península en cuyo centro, con prepotencia, se erigía una gran casa de dos plantas.
.....

Finalmente con paso lento, arrastrando los pies, sin mirar abajo, subiendo escalones de más de medio metro: uno, dos, tres, cuatro... cinco... seis... y el último... conseguí llegar a la cima.
Algo en mi vida había cambiado.
La vida y yo nos miramos frente a frente. Sonreí desde allí arriba a Pippi.
....

Me desplomé en la silla negra ergonómica de cinco patas con ruedas.
Con chaqueta, corbata y camisa, apoyé mi cabeza sobre la mesa.
Y allí cerré los ojos para permitirme treinta segundos de soledad, de pensamientos sin sentido, en el interior de una vida que tampoco lo tenía.

Esta novela marcará sin duda un antes y un después en mi vida. No, no es que me vaya a ir a vivir al lado de la casa del doctor Mateo, o por lo menos no de manera inmediata, pero sí me ha hecho reflexionar sobre ciertas cosas de mi vida. Es sin duda un libro muy recomendable. Es cierto que al principio no me enganchó demasiado, pero también lo es que no sé decir en qué momento exacto ya no pude soltarlo. Me ha gustado todo: los personajes, la forma de escribir de Eloy (sencilla y clara) y la manera de cerrar cada una de las historias que comenta a lo largo del libro.

Ahora soy una ejecutiva que de vez en cuando lleva traje y que pisa las aceras con los pies doloridos por los tacones (cuando los uso) Ya no quiero ser Melani en Armas de mujer. Me duelen los pies. Quiero andar descalza por el cesped o por un suelo de piedra. Meterlos en un arroyo de agua helada cuando yo quiera. Eso es lo que quiero ahora.

Después de haber leído el libro me hace mucha más ilusión tenerlo firmado...