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lunes, 14 de enero de 2019

Todos los veranos del mundo Mónica Gutiérrez

Cuando voy a ver a mi abuela me gusta llevarle libros porque se entretiene mucho con la lectura (devora las páginas) Hace unos meses se cayó en su casa y se hizo daño en una muñeca, lo que hizo que no pudiera hacer casi nada ella sola. Mi abuela siempre ha sido muy activa y verse así la puso muy triste, así que un fin de semana que mi madre iba a ir a su casa, fui corriendo a una librería y compré Todos los veranos del mundo, de Mónica Gutiérrez, porque sabía que, al menos el tiempo que lo estuviera leyendo, se evadiría de sus preocupaciones y de sus tristezas. Cuando se lo dije a mi madre me dijo que no creía que lo fuera a leer porque ya casi no movía las manos, pero mirad por donde, lo terminó leyendo y no sabéis lo que me alegro, porque si algo tienen los libros de Mónica, es que te dejan buen sabor de boca siempre (bueno, o al menos hasta que le dio por escribir bajo pseudónimo… Ahora no tengo ni idea de por dónde saldrán sus finales, je je…)
Helena está a punto de casarse con su novio de varios años. Ambos son abogados y solo tienen tiempo para trabajar. Helena pensaba que eso es lo que quería para su vida, pero cuando vuelve a su pueblo de la infancia para preparar la boda se da cuenta de que aquello le gusta más de lo que quiere reconocer y que no le importaría cambiar su vida en la gran ciudad por una vida tranquila en el campo. Una vez en su casa, una masía que su madre ha habilitado para dar cursos de cocina a turistas, recupera las charlas con sus hermanos, con su madre y con su mejor amigo de la infancia y siente que no quiere volver a perderlos. A estos personajes hay que sumarle un simpático y extravagante librero que siempre invita a té a nuestra amiga, y varios personajes que aparecen de vez en cuando y a los que se les coge cariño enseguida.
La historia avanza tal y como nos imaginamos, pero eso no le quita encanto en absoluto.
Por ponerle algún pero a la novela, diré que me habría gustado que se profundizara más en algunos personajes secundarios (sí, ya lo sé, son secundarios, pero aun así…) como el librero o el florista. Me habría gustado saber más de ellos y de su pasado, pero ya os digo que esto es poniéndome quisquillosa.
Mónica es fiel a su estilo en este libro y nos hace pasar un rato muy entretenidos con su lectura. La mezcla de libros (siempre hay libros en sus novelas), de amor, de amistad y de tés y chocolates calientes en lugares de cuento, siempre funciona y es algo de lo que todos los amantes de la literatura no nos cansaremos nunca porque nos sentimos identificados. Todos queremos encontrar el rincón perfecto para abandonarnos a la lectura y a esa persona especial para comentar y recomendar libros, o... ¿estoy equivocada?
Una puerta de color verde botella, con forma de arco, de madera, con un tirador redondo, cerrada. A ambos lados, dos pequeños escaparates repletos de libros y material de escritorio. Doy un paso hacia atrás y leo asombrada el cartel de letras doradas: “La biblioteca voladora”. No puede ser cierto.


9 comentarios:

Margari dijo...

Yo al menos no me voy a cansar nunca. Espero que tu abuela ya esté mejor y me alegro de que haya disfrutado con esta fantástica lectura.
Con las novelas de Mónica siempre se acierta.
Besotes!!!

Shorby dijo...

Tengo ganas de leer algo de la autora... la verdad es que me llaman la atención todas sus obras.
Me alegro que tu abuela pudiera leerlo, espero que esté mejor.

Besotes

Norah Bennett dijo...

Clubes no, no te equivocas en absoluto, ese lugar ideal está en el imaginario de todo lector. A mí también me gustó mucho el personaje librero y el hermano de la prota. Del libro me quedo sobre todo con las sensaciones que provoca de vuelta a la infancia y a ese lugar donde hay montones de recuerdos felices. Muy tierna también tu historia.
Besos

Mónica-serendipia dijo...

A mí lo que más me ha gustado es que pensases en este título para tu abuela, para acompañarla en una convalecencia. Me has robado el corazón para siempre, que lo sepas, y tu abuela, también. Muchísimas gracias. Un beso grande y dale, por favor, las gracias a tu abuela por leer "Todos los veranos del mundo" y un abrazo de mi parte.

Mónica-serendipia dijo...

Ay, que asi me olvido... El de seudónimo también acaba bonito ;-))) Jajajajaja

Narayani dijo...

Muchas gracias por los buenos deseos para mi abuela, chicas. La verdad es que no está mejor, más bien, podría decir que va a peor. No es tema de enfermedad, sino que dice que le da miedo andar porque la rodilla se le engancha y tiene miedo de caerse, así que su solución ha sido dejar de andar... En fin, que sentimos mucha impotencia porque no sabemos cómo podemos ayudarla y cada vez se mueve menos... Yo le sigo llevando libros, eso sí :)

Mónica, le daré el achuchón de tu parte :) Y ¡qué bien que sigas con los finales bonitos!

Besos!

Marisa G. dijo...

Ay tu abuela... Me la he imaginado leyendo este libro y no me extraña que haya puesto todo de su parte para hacerlo. A mí también me gustó mucho. Mónica te pone de buen ánimo. Besos

Lesincele dijo...

Tengo muy pendiente a la autora,a ver si la retomo que me gustó mucho
Un beso!

Marga Ramon dijo...

Me encanta ver a abuelitas leyendo y qué título más bonito elegiste. Siempre es un placer leer a Mónica, consigue llevarnos de viaje a lugares maravillosos.
Besos